martedì 14 dicembre 2010

El hermano Néstor

Hoy, 14 de diciembre, fiesta de S. Juan de la Cruz, quiero hablar sobre mi pasada semana, acompañando a mis hermanos carmelitas en los últimos días terrenales del hermano Néstor y en su entierro. Quiero hacer como un homenaje a este hermano y a su mundo carmelita, entrado en mi vida como regalo inesperado e inmerecido. Al mismo tiempo quisiera reflexionar y dar orden a las emociones intensas experimentadas, casi para volver a saborear el don de haberlo conocido y vivido unos días a su lado, compartiendo su sufrimiento y el amor entrañable de sus hermanos, y sobretodo de los laicos a su alrededor. Pero, vamos por orden.

Domingo 5 de diciembre, fui a celebrar misa en el Carmelo de Potrero, por la ausencia de los sacerdotes de allí. Luego, se me pidió llevar la comunión y el óleo de los enfermos al hermano Néstor, hospitalizado por el agraviarse de su condición de salud, teniendo él unos días de haber llegado de Barquisimeto, ya grave, con la clara intención de morir aquí despidiéndose de su gente y sus lugares. Me conmovió verlo demacrado y sufrido. Me conmovió el cariño y la generosidad de las personas que lo atendían. Hablé un rato con él, se confesó y recibió los sacramentos. Me despedí edificado, y aún más experimenté lo mismo en los días siguientes.

Miércoles 8 me invitaron a subir en la tarde a Potrero para la despedida en vida de fray Néstor de su ermita. En efecto, él vivía como ermitaño en una casita cerca del convento, llevando vida austera y de oración, sin descuidar la vida comunitaria y la atención a las personas que se le acercaban. Aquel día, hasta los inconvenientes y percances se tornaron, en el diseño providencial de Dios, en ocasiones y oportunidades. Haber llegado antes de la caravana que lo acompañaba, por la tardanza de la ambulancia en buscarlo, me permitió compartir con la gente amiga que vive cerca del convento. Traté consolar a Ismelda y sus hijas, abrazándolas. Los abrazos conmovidos siguieron al arribo de todos. Me sentí parte de aquella comunidad, pero a un nivel mucho más íntimo que antes. Yo abrazaba e intentaba consolar, mas me sentía, antes bien, abrazado y recibido. Era como si Potrero entrara prepotentemente en mi vida, en una forma profunda e inesperada. Las consecuencias? Sentir que el corazón se ensancha y el cariño te consuela; saber que esta familia nueva tuya la echarás de menos. De todos modos, sentirse agradecido a Dios y a la vida.

No logro expresar en palabras el arremeter de sensaciones, todas intensas; un caleidoscopio de colores y matices, dependiendo del momento y las personas con quién me hallaba a relacionarme. Era como moverme en familia, con la gratitud de saberme acogido sin merecerlo, y hecho participe de momentos de intimidad y solidaridad que, varias veces, sólo el dolor sabe recrear. Puedo describir unas escenas; sin embargo, ¿cómo rendir en palabras los brincos del corazón y del estómago?

De todas formas me ha conmovido ver a todos alrededor de Néstor, con un cariño increíble. Decíamos con fray Daniel, carmelita, que nos gustaría ser acompañados así a la muerte. La misa, celebrada en su habitación en la pequeña ermita, ha sido un momento muy fuerte de espiritualidad y fraternidad verdadera. Desde luego un regalo para Néstor, rodeado por personas muy íntimas, en un clima sereno de familiaridad, llevándose mutuamente en el regazo de Dios, gracias también a la presidencia de Daniel. Un don de Dios a mi y todos. Haberme Keyla escogido para acompañarla hacia Néstor, para que la bendijera y ella pudiera acariciarlo, me ha llenado el corazón de lágrimas agradecidas. Escucharla cantar a ese hermano papá, con su voz entrecortada por la emoción, me ha derretido las entrañas. Como el llanto de Glendys, después de haberse hecho la fuerte hasta el momento de la despedida. Y ¿qué decir de los demás? La manera de relacionarse conmigo, como alguno de familia, y de rodear de cariño a Nestor, me ha dado escalofríos de gratitud a Dios.

Jueves 9, de noche, fray Néstor falleció. Viernes 10, en la tarde, pude subir a Potrero para llevar unas colchonetas que nos habían pedido para hospedar a las personas que iban a participar al entierro, el domingo. Desde mi salida del seminario me acometió un pensamiento fijo: presidir la misa pautada para la tarde en el Carmelo, a la presencia del cuerpo de nuestro hermano. Era como si él mismo me lo pidiera. Me daba pena pensar esto y no sabía cómo decírselo a sus hermanos carmelitas. Al llegar, me armé de valentía y se lo comuniqué a fray Daniel, el cual aceptó sin problemas. Entrando en la capilla me percaté, por primera vez, que el nombre de religioso del hermano era: Néstor de S. Francisco de Asís. Entendí... mi deseo y su llamado. Antes de la celebración pude compartir aún más con esas personas que ya están en mi corazón. Me quedé como una hora velando el féretro, mecido por las canciones y la voz, ambas bellísimas, de una joven que estuvo toda la tarde “cantándole” a Néstor. La misa, que tuve que celebrar solo, por la contemporánea ausencia de los tres sacerdotes carmelitas presentes, debido a compromisos inherentes al funeral, fue otro momento maravilloso, de espiritualidad y familiaridad. Me sentí rodeado, envuelto en un halo de comunión entre cielo y tierra.

Domingo 12 el obispo celebró el entierro. No hace falta decir que se repitieron los sentimientos y las escenas que me acompañaron a lo largo de toda la semana, y siguen acompañándome en la memoria y acción de gracias por lo vivido. La presidencia y homilía del obispo, amigo de fray Néstor, fue un himno a la vida eterna, una alabanza a Dios por el don de hombres de fe y santidad como ese hermano, una invitación a no echar a perder el legado espiritual recibido. Las lágrimas y los cantos de los presentes se han complementado egregiamente a las oraciones, como si fueran parte de la liturgia misma. A la sepultura, en un pedazo de terreno del convento, bajo la lluvia, parecía participar el mismo cielo, a través de una improvisada bendición sobre nosotros. Cuando ya todos se habían ido, sentí otro impulso a despedirme personalmente de Néstor. Me fui a su tumba y hablé un largo rato con él. Despidiéndome, en el subir al convento para el almuerzo, había bajado la neblina, típica de Potrero, y sentí que me envolvía. La percibí como una invitación última del hermano Néstor a “la nada”, categoría típica de la espiritualidad carmelita.

Almorzar con los carmelitas; compartir la tarde en Potrero, en serena amistad con unos amigos, han sido el desenlace lindo y sosegador a una semana intensa de espiritualidad y emotividad.

domenica 28 novembre 2010

25º in Venezuela... e qualcos’altro

Il 20 novembre, a un mese esatto dal mio arrivo in seminario, i ragazzi hanno voluto farmi una sorpresa, festeggiando i 25 anni della mia professione solenne, qui in Venezuela, e poco importa che fossero passati poco meno di due mesi, dal 28 settembre. È stata una celebrazione “familiare”, con la sola presenza del signor Heriberto, amico da sempre. Qualcun’altro che aveva saputo della cosa mi ha mandato gli auguri per sms, confondendo l’anniversario della professione solenne con quello del sacerdozio. Tutta la giornata è stata dedicata al ricordo dell’anniversario, soprattutto durante la preghiera. Il punto focale è stata però la celebrazione della S. Messa. Ho presieduto e tenuta l’omelia. Non ricordo esattamente cosa ho detto, perché ero commosso e, allo stesso tempo, mi sentivo un poco fuori tempo; una via di mezzo tra la gioia di vivere tale momento con la mia comunità del seminario, e il senso di “toppa” su un vestito già passato. Durante la cena, i ragazzi hanno presentato un video, simpatico, su di me, composto da foto tratte da quelle che si trovano sul blog.

Nella stessa settimana, dal 15 al 18, si è tenuto in seminario l’incontro delle fraternità del Venezuela. La metodologia è stata diversa dalle altre volte, non trattandosi di un momento di formazione fatto di conferenze e poco più. Questa volta si sono toccati i temi importanti della Custodia, in preparazione al prossimo Capitolo. Ne abbiamo parlato in 4 gruppi di lavoro, i quali hanno presentato una sintesi in assemblea, dove ci sono stati ulteriori apporti, con interventi interessanti e ricchi. Momento bello e commovente è stato il ricordo di fray Germano. Il video presentato dalla comunità di Barinas, curato da fray Javier Mora, ne ha ripercorso il cammino, soprattutto gli anni venezuelani. Varrebbe la pena poterlo vedere e far conoscere anche in Provincia.

Dal 2 al 5 novembre, in maniera completamente inattesa, ho dovuto predicare gli esercizi spirituali ai nostri seminaristi. Infatti, il “predicatore” ufficiale sarebbe dovuto essere fray Franklin, però, per impegni sopraggiunti a servizio della Formazione nella Falc, si son dovuti accontentare di uno “non ufficiale”, di... me!!! La comunicazione di tale impegno mi ha preso completamente alla sprovvista e incapace di pensare al momento al tema e all’organizzazione. Poi mi sono servito delle Lettere del Ministro generale in preparazione al Centenario dell’approvazione della Forma di Vita di S. Francesco. Ho adattato naturalmente i temi (“Signore, che vuoi che faccia?”; “Vivere secondo la forma del santo Vangelo”; “La fraternità”) al livello dell’uditorio. Mi è parso che i ragazzi abbiano apprezzato. Un momento forte di riflessione ho voluto fossero le omelie durante le celebrazioni eucaristiche. Abbiamo terminato con una giornata di deserto presso il convento dei carmelitani in Potrero. È stata per me l’occasione di ritornare in questo luogo che amo, e salutare persone amiche, come i frati e le cuoche.

Le mie giornate proseguono tranquille, tra seminario, scuola e altro. E intanto già si avvicinano a grandi passi il Natale e gli impegni pastorali relativi, fuori dal seminario. Anche quest’anno andrò a Venegara. Poi dovrei fermarmi tutto il tempo in seminario, fino al ritorno dei ragazzi, mentre gli altri due frati, a turno, andranno in vacanza a casa per alcuni giorni.

Macinando mais per preparare "cachapas"

giovedì 4 novembre 2010

Assimilando il ritorno


Sono in ritardo!!! Spesso mi capita di esserlo, per i motivi più disparati. Questa volta è dovuto al fatto che mi sono trovato immerso di colpo nella realtà del Venezuela, con relativi annessi e connessi. C’ho impiegato un po’ di tempo a digerire cambi e impegni, soprattutto perché il tempo fuori è stato effettivamente lungo. Ritornando ho dovuto riappropriarmi del reale quotidiano, con alcuni piccoli cambiamenti, normali, ma che non avevo avuto tempo e occasione di metabolizzare. Metteteci il cambio di cultura e mondo... Ancora ho dei mal di pancia, ma so che sono destinati a diminuire e sparire, con l’abitudine a “cibi” e “sostanze” diversi rispetto a quelli mangiati per più di due mesi in Italia. Grazie a Dio non sono perfetti sconosciuti, e giorno per giorno ritorno a “sapori” venezuelani, differenti certo, ma interesanti e intriganti lo stesso.

Il ritorno è stato... lungo. Almeno fino al seminario. Partito lunedí mattina 18 ottobre da Bari, sono arrivato in seminario la sera del 20, dopo aver attraversato vari stati del Venezuela, da Caracas a Palmira. La trasvolata oceanica è stata tutto sommato piacevole. Accanto a un anziano di origini italiane, da 57 anni in Venezuela. Mi ha ceduto il suo posto per poter ascoltare i film in programma, ai quali non era interessato, visto che il mio auricolare non funzionava. La programmazione prevedeva tre film : “The Joneses”, interessante riguardo al tema dell’essere realtivo all’apparire e della falsità dei bisogni commerciali; “Il principe di Persia”, avventura disneyana distensiva; “Mine vaganti”, bello e provocante, sull’amore disposto a accettare la diversità e a rinunciare per il bene dell’altro. Il gioco di “consegne” in quest’ultimo film mi pare davvero grande e difficile, per noi che in amore siamo spesso egoisti e possessivi.

Cosa ho trovato in seminario? Innanzitutto una calda e simpatica accoglienza, con la bacheca dedicata al mio ritorno, insieme ai dettagli ornamentali sulla mia porta e in camera. Un nuovo frate di comunità: fray Daniel, che ha preso il posto di fray Pedrito, mandato a Caracas. Un gruppo di cinque nuovi seminaristi che mi sembrano bravi, insieme ai vecchi, i quali già lo erano. In più ci sono fray Javier Antonio e fray Deiby, neo professi, che staranno con noi fino a febbraio, quando andranno in Costarica per continuare con i loro studi. E poi: l’insegnamento biblico (mi sta costando molto accettare l’idea dell’insegnamento di Ebraico e Introduzione al Nuovo Testamento in questo semestre; avrei preferito entrare poco a poco in queste realtà); il corso biblico per postulanti religiosi al martedí pomeriggio; la direzione spirituale e le confessioni, anche per gente non del seminario; le celebrazioni mattutine al collegio Nazareth (per le suore lunedí, mercoledí e venerdí alle 6.00; per suore e studenti il martedí e giovedí, alle 7.15). Quest’ultima esperienza mi piace, soprattutto le celebrazioni per gli studenti, dalla prima elementare all’ultimo anno di superiori, per turni di classe (normalmente costituite da 35-40 alunni). Interagire con loro durante la messa; confessarli dopo, a volte per un paio d’ore, mi fa sentire sensazioni pastorali belle, complementari al lavoro in seminario. E poi ci sono i reincontri con le persone di qua, che fanno parte della mia vita e dei miei orizzonti, e alle quali sento di appartenere.

Infine, lunedí 1 novembre, abbiamo avuto la professione solenne in seminario di fray José Alberto. Tutto il baillame della preparazione può anche stancare un po'; onestamente, però, ha pesato più sulle spalle di altri che sulle mie. In ogni caso, è l’occasione per ringraziare Dio per un nuovo fratello e rivedersi in lui, rinnovando voti e utopie. Ancor più per me, che sono stato scelto come testimone, onore e responsabilità allo stesso tempo, che mi commuove, perché sento di essere percepito come fratello venezuelano e non come “straniero”, e mi sfida a livello di testimonianza e vicinanza fraterna.

venerdì 22 ottobre 2010

Padua – Bari – Asís - Bari

Estoy en el tren que me lleva a Bari, junto a fray Hermes y Orlando, después de las celebraciones en Asís para la fiesta de S. Francisco, ayer 4 de octubre. Estos trenes modernos tienen los asientos abastecidos de enchufe; por lo tanto decidí vencer los titubeos y sacar mi computadora de la era de los picapiedras, para ganar tiempo y relatar algo sobre los últimos días del Curso de Rivotorto.Han sido días de mucho movimiento, físico y emocional, de Asís a Padua, a Bari y otra vez Asís, debido a la participación al entierro de fray Germano. Pero procedamos por orden.

Gubbio

El 25 de septiembre salimos de Asís para Padua. En el trayecto fuimos a visitar Gubbio, que es una hermosa ciudad medieval. Valió la pena hacer ese desvío de la ruta principal. Nuestra iglesia es muy bonita y el casco histórico de la ciudad me pareció encantador. Sí, ya sé que soy repetitivo; pero ¿qué puedo hacer o decir? Cada vez que visito ciudades o aldeas medievales me parece inmergirme en una atmósfera muy particular y cautivante. Será el calor de las piedras a vista de las construcciones y el paisaje de Umbría...

En Padua los frailes nos recibieron muy bien. Pudimos experimentar la alegría de sentirse en familia. El encuentro con S. Antonio y la ciudad ha sido una sorpresa. Lástima que no pude vivirlo en su totalidad porque tuve que salir, junto a los demás dos frailes venezolanos, para Bari, al entierro de fray Germano (de esto ya conté en el post anterior, en italiano). El domingo 26, pronto después del desayuno, fui a dar una vuelta por el centro de Padua, revestido a fiesta por unas iniciativas de solidaridad, que conferían a los palacios y monumentos aún más alegría y luz. Luego participamos a la Misa solemne en la basílica del Santo y nos fuimos en tren a Venecia.

¡Que sorpresa Venecia! Por supuesto no era la primera vez para mi (bueno... la segunda...), sin embargo la ciudad me impactó de manera inesperada y sorpresiva. El caminar por sus calles tan características, entre puentes y canales; sus ángulos sugestivos; los espléndidos palacios sobre el agua; la indescriptible Plaza san Marcos, con la homónima iglesia; nuestra monumental iglesia de S. Maria de los Frailes; la luz mágica de aquella tarde especial; todo ha contribuido a hacer inolvidable el momento, llenándolo de poesía y agradecimiento a la belleza de Dios, y al ingenio y fantasía del hombre.

Padua

El día siguiente ha sido dedicado a una interesante reflexión sobre los datos biográficos de S. Antonio; a la visita guiada del complejo monumental de basílica y convento; a un instructivo encuentro con el Padre Guardián de la comunidad, fray Enzo, el cual nos ha ilustrado el trabajo pastoral de la comunidad, hablándonos también de la devoción mundial que goza este santo y de los numerosos milagros, materiales y espirituales, que aún sigue actuando. Más que una charla, ha sido un testimonio conmovido de lo experimentado por él durante sus peregrinaciones en varios países con las reliquias del Santo, y de los milagros diarios de los cuales ha sido espectador u oyente.

Los últimos días en Asís, del 1 al 4 de octubre, se han caracterizado por aquella intensidad que confieren los momentos finales de una experiencia tan particular como la del Curso de Rivotorto.

La mañana del día 1 se dedicó a la reflexión personal sobre todo lo vivido en el Curso, con un tiempo de desierto en la ermita de Las Cárceles. La tarde, y la mañana del día siguiente, hubo una evaluación final comunitaria, positiva según el parecer de todos, aunque se sugirieron unas mejoras. El 2 por la tarde los frailes pidieron un fuera de programa, con la participación en la Misa de la Novena de S. Francisco en la basílica inferior, y la visión del espectáculo “Forza venite gente” en el teatro de Asís (la entrada era libre). La compañía no era compuesta por profesionales; sin embargo la actuación fue a la altura. Me conmovió volver a ver escenas y escuchar las canciones en aquel contexto muy apropiado: la ciudad de Asís, en la cercanía de la fiesta del Santo.

Los días 3 y 4 han sido un crescendo de emociones: Misa de despedida de la comunidad de Rivotorto; celebración del Tránsito en la Porciúncula; Misa solemne, “en capilla papal”, en la basílica superior; almuerzo en el comedor del Sacro Convento; Vísperas solemnes en la basílica inferior.

Sábado 2 y domingo 3 tuve la grata visita de mi hermana y cuñado, con los cuales pude compartir momentos agradables en los lugares franciscanos, además de las horas en Spoleto con Franco y su familia, nuestros amigos, y la espiritual despedida, en un locutorio del Protomonasterio de S. Clara, de mi amiga sor Massimiliana.

¿Qué decir del Curso? Como toda cosa bella e intensa, los días volaron y nos pareció breve. El grupo de frailes fue muy bueno, así que se logró vivir una verdadera experiencia fraterna. Gracias también a los frailes de Rivotorto: Gianmarco, Arcangelo, Iulian, los cuales nos consintieron mucho, esmerándose para que nos sintiéramos en familia, hermanos entre hermanos. Los estímulos dados por las reflexiones y los lugares visitados, han sido numerosos e importantes. A nosotros ahora el desafío de encarnarlos en nuestros ambientes e historias.

venerdì 1 ottobre 2010

25 anni e non sentirli

Strano titolo, vero? Potrebbe far pensare a una riflessione giovanile sul quarto di secolo e sull’ovvietà che 25 anni non sono niente, almeno per quanto concerne la condizione fisica, perché sotto altri aspetti il discorso potrebbe cambiare. Ma non è a questo che mi riferisco. I 25 anni del titolo si devono aggiungere ad altri 26 di età, e sono gli anni di professione solenne nell’Ordine dei frati minori conventuali. Ebbene sì, il 28 settembre ho compiuto 25 anni di professione solenne, cioè perpetua, nella vita religiosa francescana.

Il “non sentirli” potrebbe anche fare riferimento al fatto che non mi pesano. In effetti, se guardo indietro, vedo solo grazia di Dio, il quale ha riempito di presenza e presenze la mia vita, al di là di ogni merito o qualità personali. In questo caso si riferisce al fatto che non li ho “sentiti” proprio, perché sono passati completamente sotto silenzio, a causa della morte di padre Germano. Giustamente tutti i pensieri e le occupazioni erano rivolti a tale evento. Il che mi ha dato la possibilità di vivere l’anniversario nel silenzio, nell’intimità della mente e del cuore, gestendo emozioni e suggestioni che il giorno mi ha regalato e rendendolo unico.

In una preghiera famosa Kirk Kilgour, campione di pallavolo statunitense rimasto paralizzato per una caduta in allenamento, ripete più volte a Dio: “mi hai dato ciò che non ti avevo chiesto”, concludendo che questo aveva reso più ricca e intensa la sua vita. Lo stesso penso di poter dire del mio giorno anniversario, in cui la perplessità umana iniziale sulla distanza tra l’immaginato e il vissuto, è stata di gran lunga superata dalle esperienze che Dio mi ha regalato, piccole e significative, intime e indimenticabili, normali e uniche. Fuori da qualsiasi rumore di festa, tipico di questi avvenimenti. Per carità, non disdegno la vicinanza e gli auguri della mia gente, che amo spudoratamente tanto; ma in questo caso mi si è riservato qualcosa che, a conti fatti, ha lasciato un segno importante e regalato un vissuto più spirituale e personale.

Vi chiederete come mi ero immaginato il giorno dei 25 anni di professione solenne. Quando, qualche mese fa, mi sono reso conto dell’anniversario nell’anno in corso, ho subito pensato che mi sarebbe piaciuto trascorrere alcuni giorni in Assisi e magari festeggiarlo vicino a S. Francesco. Immaginarsi la mia gioia al sapere che mi volevano come coordinatore del corso di formazione francescana per i frati dell’America Latina, con tutto un mese di permanenza in Assisi. Ho fantasticato sul giorno: peregrinazione all’eremo delle Carceri, ritorno per il bosco passando per l’abbazia di S. Benedetto sul Subasio, permanenza prolungata presso la tomba di S. Francesco… Stupendo stare in contatto fisico e geografico con il Padre fondatore e il suo carisma quasi in vivo.

Poi… leggo il programma e mi accorgo che il 28 settembre siamo a Padova!! Mi sono detto che il Signore voleva così e di sicuro mi avrebbe regalato qualcosa di bello e significativo anche lì. Ho immaginato il confronto con questo grande francescano della prima ora. Richiamo forte ed energico a una vita di sequela evangelica radicale, alla conoscenza delle Scritture e all’impegno pastorale instancabile, fatto di predicazione e amore ai bisognosi. Mi vedevo appoggiato sulla sua tomba, per riempirmi di energia positiva di santità.

Il 27 settembre sera ci comunicano che è morto padre Germano, per cui prendo, insieme ad altri due frati venezuelani, l’unico treno notturno che da Padova porta a Bari, e alle sette di mattina del 28 giungo a destinazione. Sorpreso dalle “sorprese” di Dio. Ha voluto mi confrontassi non con i “giganti” Francesco e Antonio, con il rischio di uscirne schiacciato; ma con la vita e le opere del mio confratello Germano. Di qualcuno, in pratica, che ha fatto parte della mia storia religiosa, avendomi egli accolto nell’Ordine come provinciale di Puglia, ricevuto i miei primi voti dopo il noviziato, accolto in Venezuela in qualità di Custode. Sento di non essere deciso come lui nella vita di frate e nelle scelte pastorali; non ho la sua preparazione culturale, né il suo talento visionario e trascinatore; però è un mio fratello, che parla alla mia storia e alle mie realtà di vita. Insomma, credo che il Signore abbia voluto che facessi un atto di realismo storico e di fede. Non che l’altro sogno fosse irreale o irresponsabile, ma l’indicazione è a mediare la grandezza di Francesco e Antonio nella mia storia di tutti i giorni, con i confratelli e le realtà pastorali che Dio mi ha dato e continua a regalarmi.

Come ho trascorso il giorno dell’anniversario? Ci sono stati due elementi che lo hanno caratterizzato e determinato: la Messa del mattino, alla presenza del feretro di padre Germano, e la peregrinazione alla tomba di S. Nicola, nel pomeriggio.

La celebrazione dell’Eucaristia è stata un evento del tutto imprevisto. Ci trovavamo in preghiera nella cappella del Santissimo della nostra parrocchia a Bari, di fronte al feretro di padre Germano, quando i miei confratelli venezuelani hanno proposto di celebrare una santa Messa presente cadavere, cosa comune in Venezuela alla morte di un sacerdote. Anzi, pare che lì ogni sacerdote celebri una Messa quando si reca a far visita al defunto. La sorpresa è stata che hanno voluto presiedessi io. Nessuno, naturalmente, sospettava che stessi celebrando l’anniversario di professione. Io che volevo avere un momento di preghiera particolare presso la tomba di S. Francesco o S. Antonio, mi sono trovato a celebrare in spagnolo, insieme ai miei frati venezuelani, presso la bara con il corpo di Germano. È stato un dono grande e che mi ha commosso, circondato dai miei nuovi confratelli, alla presenza di fedeli baresi, tutti cercando la presenza di Dio e la lezione di vita religiosa lasciataci dal nostro fratello defunto. È stato arduo trattenere le lacrime.

Nel pomeriggio mi sono deciso a peregrinare a piedi alla tomba di S. Nicola, presso l’omonima basilica, un po’ per una passeggiata di sfogo e pensieri in solitudine, e un po’ per stare accanto a questo santo patrono della nostra provincia francescana. La chiesa romanica è un invito constante alla preghiera. Sono sceso nella cripta e ho recitato il rosario con un gruppo di fedeli. L’atmosfera mi è parsa molto particolare. Guardavo la cripta e la sua architettura. Mi sono rivisto in essa. Le colonne, tutte disuguali, potevano rappresentare i miei anni di vita religiosa, tutti diversi, alcuni più riusciti, altri meno, però ognuno indispensabile al mantenimento della struttura, armonica nella sua alternanza di colonne e capitelli. Le volte basse, a crociera, erano un po’ scrostate (magari necessitate di manutenzione), simbolo delle debolezze e mancanze di fedeltà durante questi anni. Non belle a vedersi, ma ininfluenti nella bellezza e armonia della struttura. Il mio intonaco a volte perde pezzi, si vede un po’ scrostato; tuttavia, quello che Dio va costruendo è infinitamente più grande e bello delle mie resistenze e incrostazioni. E la gente – grazie a Dio – ammira più il congiunto che ogni piccolo particolare.

Dopo sono uscito per tornare in parrocchia, e si era all’imbrunire. Che spettacolo Bari vecchia e il lungomare, con la luce naturale che cedeva il posto alla artificiale, cambiando la magia degli effetti e dei colori! Mi sono fermato ad ammirare la scenografia che la natura mi stava dispiegando davanti. L’ho letto come messaggio e presagio. Alla sera della vita…


venerdì 24 settembre 2010

Asís, 5-24 de septiembre


Desde Roma a Asís es como pasar de una euforia turística, debida a la grandiosidad de su historia y monumentos, a una inmersión en lo espiritual. No que en Asís falten historia y bellezas arquitectónicas y figurativas, pero es como si todo se desdibujara frente a una sensación espiritual que te agarra las entrañas y te pone en contacto directo con la experiencia contemplativa de Francisco y Clara. Se dice que en Asís las mismas piedras hablan, y es verdad. Te cuentan de sobriedad, retorno a lo esencial, amor por la naturaleza y las criaturas. Te llenan de nostalgia por lo vacío, para que te llene el amor de Dios, sin las violaciones típicas de nuestro mundo, egoísta y narcisista. ¡De cuantas cosas nos llenamos, hasta perder de vista lo esencial y rebosar de nada! Nuestro mundo de cada día precisaría reflejarse en la experiencia humana y espiritual de este gigante, a pesar de su estatura de enano y su fealdad, que es Francisco. ¡Cuán lejos se está de un vivir evangélico y franciscano, donde prevalezca el diálogo y el amor hasta para con el enemigo, el cual pierde su carácter de adversario, si logras quererlo! Y mi primer enemigo soy yo, y no me quiero cuándo ando apartado de estos valores y utopías.
No es fácil resumir o poner por escrito los días pasados en este lugar de Rivotorto y las excursiones a Asís y otros lugares franciscanos, los cuales, de manera inmediata y plástica, te hablan de los sucesos de Francisco, situándote en un contexto geográfico espiritual, más que físico.
El Curso se ha articulado en tres semanas bastante intensas (la próxima será en Padua, al encuentro con una manera concreta de ser franciscano, confrontándonos con la figura de S. Antonio), con horarios de ponencias y reflexiones exigentes (3 horas en la mañana y 3 en la tarde), de lunes a viernes. He aprovechado del descanso después del almuerzo para caminar en los alrededores del convento, casi siempre hacia la iglesia-conventoo de S. Damián, por carreteras entre los campos, acompañado por el olor de la tierra, rodeado de encinas y abetes, olivares y viñedos, mirando como los higos maduros de las numerosas higueras están dando puesto a uvas y aceitunas. Los sábados y domingos eran dedicados a excursiones y paseos a los lugares franciscanos.


En la primera semana, introducida el día antes con la entrega de la Regla y el Testamento en el sugestivo tugurio de Rivotorto, nos ha acompañado fray Bernardino Hospital, el cual nos ha cuestionado sobre el seguimiento de Cristo, a la escuela de Francisco, teniendo como punto de referencia el capítulo 22 de la Regla no Bulada. En la segunda hemos encontrado los frailes encargados de algunos servicios a la Orden, en distintos secretariados, los cuales, por supuesto, nos han hablado de su trabajo de animación. La tercera ha sido dividida entre dos relatores: fray Víctor Mora en la mañana, sobre “La Escritura en S. Francisco y en la tradición franciscana”; y fray Miguel Ángel López en la tarde, sobre “Franciscanismo y Conventualidad en América Latina”, ambos muy interesantes, aunque con estilos diferentes. Recibimos contenidos y estímulos en demasía; a nosotros la tarea de transformarlos en vida vivida y frutos de conversión.


Los paseos a los lugares franciscanos han sido un gozo para los ojos y el corazón. Clases de franciscanismo hechas con piedras y paisajes, eficaces y directas. La visita al Sacro Convento y a las basílicas te sorprende siempre. Tengo años (llegué por primera vez en Asís en el lejano 1978) visitando este lugar y nunca me canso de admirar su hermosura; de escuchar sobre su arquitectura y frescos (la guía de fray Eduardo ha sido fantástica; un mixto de ironía y hondo conocimiento, de historia del arte y espiritualidad franciscana); de extasiarme a la vista del valle de lo alto del pórtico del convento; de volver a encontrar a frailes que pertenecen a mi historia y por cuya presencia y ejemplo doy gracias a Dios; de conectarme con Francisco mismo, bajando encuentro a su sarcófago, que es una pila de abrevadero, humilde y desprendido hasta la tumba.

El Monte de La Alverna
Las Carceles

En los conventos de Las Cárceles, lugar de oración de Francisco joven en su búsqueda de Dios, y La Alverna, lugar de los estigmas, ambos en la cuesta de montes y aislados, me impacta la consideración que tenía Francisco por las rocas desnudas. Opino que las buscaba como lugar privilegiado de oración y encuentro con Dios, Roca sobre quien construir todo. Un llamado también a desnudarse de tantas seguridades humanas y tentaciones de poder, para experimentar la comunión con el Cristo pobre y desnudo de la cruz. En las cuevas rocosas – también de las ermitas – Francisco se sentía abrazado y amparado por Dios. La fría roca se tornaba en caliente acogida; la dura piedra lo obligaba a ablandar y moldear su cuerpo para hacerlo uno con esa naturaleza, y con las exigencias amorosas de Dios.
Greccio
Fonte Colombo - Spoleto

Visitamos unos “eremitorios”: Monte Casale, donde se convierten 3 ladrones y se vuelven frailes, cautivados por la amabilidad de Francisco; Monteluco, cerca de Espoleto, con sus celditas pequeñas típicas de los primeros asentamientos franciscanos, y el bosque cercano con las grutas de los ermitaños franciscanos; Greccio, en que se recuerda el pesebre del 1224; Fonte Colombo, donde Francisco se retiró para redactar la Regla del 1223. Son los “lugares pobrecillos” de la primera generación de frailes, sencillos y pequeños, por lo usual aislados de los centros habitados. No sé si me gustaría o lograría vivir en estos lugares. Acercarse a ellos es confrontarse con la prisa y la distracción de lo cotidiano. El encuentro-choque con ellos te impulsa a buscar a Dios en el silencio y la sencillez, difíciles de lograr en el alboroto y complejidad del mundo. O mejor dicho, empujan a no descuidar el encuentro con Él en el silencio del corazón y sencillez de la vida, personal y fraterna. Es decir, a recuperar unos aspectos importantes del carisma franciscano, atentos a no caer en arqueología nostálgica, sino más bien a enfocarse sobre la manera franciscana de entrar en diálogo con el mundo, a partir de las categorías inspiradoras de Francisco.
Mañana salimos para Padua. Nos estamos acercando a la conclusión del Curso y parece que los días hayan volado. Tengo una sensación rara en dejar Asís. Es como despedirse de un padre, del lugar del nacimiento. Sé que en unos días volveremos para terminar con la evaluación y participar en la fiesta de S. Francisco; pero serán tan sólo pocos días y el pensar en la partida (no solamente de Asís) da algo de añoranza melancólica. Me consuela que volveré a verlos a ustedes, mi familia de Venezuela...

lunedì 20 settembre 2010

Roma, 25 de ago – 5 de sept

El 25 de agosto aproveché la cola y me fui con la familia de mi prima a Roma, para finiquitar la organización del Curso de Franciscanismo para frailes menores conventuales de América Latina, en Rivotorto de Asís; cuadrar la búsqueda y acogida de los participantes; estar presente – por lo posible – al Congreso nacional misionero de nuestra Orden y dar un testimonio sobre mi trabajo pastoral en Venezuela.

Desde mi llegada al colegio Seraphicum, el jueves 26, hasta el lunes 30, verdadero inicio del Curso de Rivotorto, no he tenido tiempo para descansar ni un rato, entre participación al Congreso y salidas al aeropuerto. Debo agradecer el sentido de hospitalidad de fray Corrado y la generosidad de fray Igor, los cuales me auxiliaron mucho para llevar a cabo sobretodo la acogida de los frailes participantes, que son 17, de distintas realidades y circunscripciones de América Latina.

Mi testimonio “misionero”, al igual que la vez pasada, se ha basado sobre el trabajo de formación en el seminario. Algo que no tiene los rasgos de las misiones clásicas, y que empero es muy importante para el futuro de la Orden y la Iglesia en Venezuela. Casi carece de gratificaciones inmediatas, sin embargo constituye un verdadero desafío diario.

La semana en Roma se ha caracterizado por la visita a los lugares de esa ciudad increíble y única, por historia y belleza de los monumentos. Roma es mágica, aunque no he podido girarla de noche, cuando la magia se vuelve fábula. Sólo pude caminar una noche por el Eur, y por cierto fue un encanto. Por doquier hay algo; cada rincón es un descubrimiento que te deja pasmado. Uno camina como llevado por un hechizo, en medio de montones de turistas de toda lengua y raza. Por supuesto que existe otra parte de la ciudad menos turística, donde vive la gente común y corriente; sin embargo Roma cautiva y embruja.

Nos paseamos por lugares famosos, de los cuales no les voy a hablar, porque diría cosas conocidas o les quitaría hermosura con mis palabras. Me impactaron algunas cosas menos comunes. Haber vuelto, después de años, a las catacumbas, con la posibilidad de celebrar misa, inmergiéndome en el misterio cristiano de la muerte y oración. La visita a las iglesias de S. Praxede, con sus antiquísimos y preciosos mosaicos; S. Pietro in Vincoli, donde se encuentra el Moisés de Miguel Angel; S. María del popolo, y las emocionantes pinturas de Caravaggio. Por primera vez presencié al cambio de la guardia hacia el palacio presidencial al Quirinale, y pude “escalar” la cúpula de S. Pedro, con su espectacular visión sobre la estructura de la iglesia, la ciudad de Roma y los jardines del Vaticano. De todos modos, el solo pasear por la ciudad, magnífica en su parte central, muy vasta y varia, representa un verdadero gozo para los ojos del cuerpo y del corazón.

Compartimos también unos ratos con nuestras comunidades. Por doquier nos recibieron en manera muy amable y fraterna. Pudimos conocer los trabajos pastorales y servicios a la Orden de los frailes de la Curia general, de la Penitencería vaticana, del convento “S. Maximiliano Kolbe”. Nos gustó mucho el trato familiar de ellos y de los frailes del colegio “Seraphicum”, de la casa de estudio de La Viña, de la parroquia “SS. Pedro y Pablo” al Eur, del santuario del milagro eucarístico en Lanciano y de la parroquia de Pescara (a estos últimos dos lugares fuimos de paseo).

Por ende, me conmovió que unos jóvenes adultos de Gravina, adolescentes o casi cuando yo actué en la parroquia, se hayan esmerado para encontrarme en Roma y Pescara. La confrontación con ellos te hace percibir los años que pasan; mas, al mismo tiempo, te alegran, porque sientes que tu vida y tu tiempo no han sido del todo inútiles... gracias a Dios... y pese a tus defectos y debilidades.


venerdì 10 settembre 2010

Monte Sant’Angelo: 7-25 de agosto

Normalmente este blog es escrito en italiano, sin embargo me decidí actualizarlo en español, porque me encuentro en Italia para mis vacaciones y para coordinar el curso de franciscanismo en Rivotorto de Asís. Por eso he pensado que les habría interesado más a los amigos venezolanos saber algo sobre mis días italianos. Por supuesto, escribiendo en una lengua que no es la mía, es normal que cometa errores de gramática y que la estructura del pensamiento sea la de un extranjero.
La primera tanda de mis vacaciones (e imagino lo mismo acontecerá con la segunda) se ha desarrollado toda en mi pueblo de Monte Sant’Angelo. Como las demás vacaciones desde cuando resido en Venezuela, trato estar con mis padres todo el tiempo. Bueno, no vivo recluso en casa, pero sí me detengo en el pueblo compartiendo con ellos momentos del día. En manera particular, en este año.
El mar, que dista tan sólo 10 kilómetros, lo he mirado de lo alto del promontorio donde está asentado mi esplendido pueblo. Así que se quedarán decepcionados mis amigos de Venezuela al verme “blanco” como a mi salida. Extrañados se quedan también mis paisanos al verme cada año del mismo color cuando llego. Para ellos Venezuela es sinónimo de Caribe, de sol, de tez bronceada, etc. Fatigo hacerles entender que vivo en zona andina, lejos mil millas de las playas oceánicas.
Además, no recibí muchas invitaciones, o los horarios eran incómodos para mis compromisos de auxilio a la parroquia franciscana, que dista pocos metros de mi casa, y a fray Germano (quisiera agradecer al Provincial fray Michele y a los frailes de la comunidad de Monte, por la atención fraterna a este hermano enfermo; a fray José Antonio Cristancho y a los dos postulantes Francesco, por el cariño y la generosidad humana en la asistencia a él). Sin embargo, no me quejo. Lo importante es estar unos días con mis viejos, que, gracias a Dios, están bastante bien, pese a su edad. Encima, en mi pueblo se vive muy bien en verano y el paisaje nunca te cansas de contemplarlo. Aprovecho para pasear en las afueras; encontrar y visitar a parientes y gente de mi vida; leer; asistir a unas iniciativas culturales; completar crucigramas con mi papá; echar vainas con los viejos y los vecinos; compartir con amigos de infancia y juventud; recibir a personas de Gravina y Copertino que vienen para visitarme y pasar momentos de alegría juntos (a un momento de estos se refiere la foto grupal). Todas cosa que se pueden vivir sobretodo en agosto. Por eso busco venir a Italia en este mes. Total que no me aburro.
Los sentimientos predominantes son de alegría nostálgica. Me encanta todo lo descrito. Sin embargo, cuesta a veces ser interpelados por las injurias del tiempo que pasa. Considerar que a lo mejor no todos estaremos vivos el próximo agosto; que de repente tendré que cambiar mes de vacación, sin la posibilidad de encontrar amigos emigrados por trabajo… Luego decido vivir, y disfrutar las oportunidades que Dios me presenta día tras día, aun echando de menos a Venezuela.

lunedì 16 agosto 2010

Cochabamba - Sucre - Potosí






Scrivo sull’aereo in viaggio verso Roma. Avrei voluto vedere i film che trasmettono durante il volo e che aspetto per cercare di non dormire, così assorbo meglio il jet lag quando arrivo in Italia. Infatti, dopo un giorno e mezzo senza dormire, crollo a sera e mi ritrovo già nel ritmo europeo. Le volte precedenti ha funzionato. Stavolta c’è un inghippo: non funzionano le cuffie in tutto l’aereo, per cui decido di mantenermi sveglio scrivendo della mia permanenza in Bolivia. Qualcosa che integri il post precedente sul Congresso con racconti di taglio “turistico”.


Cochabamba – La città è posta a 2.500 mt d’altezza, circondata da montagne. Il cielo appare tesissimo per gran parte dell’anno, proiettando una luce particolare sulle cose e la natura. Il clima è molto secco e l’escursione termica notevole. Si passa dai 4-5 gradi della notte e mattino presto, ai 28-30 quando splende il sole. La pelle ne risente: le labbra si bruciano, le dita si spaccano e il naso spesso, al risveglio, sanguina. Questo almeno l’ho sperimentato io.
Il popolo boliviano vive molto ancorato alle sue radici e tradizioni, anche perché costituito, per molta parte da etnie indigene. I due gruppi principali sono i quechua e aymara, ciascuno con il suo idioma. Tarata, dove abbiamo tenuto il congresso, parla e vive quechua. Due cose mi hanno colpito.
Venerdì 16 luglio, davanti alla chiesa dei frati c’era una “veglia” in onore della Vergine del Carmelo, con gruppo mariachi e alcune persone del popolo ad ascoltare. Durante l’atto si sono distribuiti panini a tutti i presenti; poi, in alcuni secchi di plastica, con delle “coppe” comuni per attingere e bere, si è condivisa la “chicha” (una bevanda di mais fermentato). Prima e dopo aver bevuto, ho visto che tutti spargevano un po’ del liquido al suolo, e non capivo se era per igiene o che. I frati mi hanno spiegato che si tratta di un rituale antico per ringraziare la “pacha mama”, la madre terra, che genera vita e ci nutre.
Il 25, a Cochabamba, ho assistito a una danza, il “tinku”. In occasione delle feste religiose vari gruppi etnico-folkloristici ballano in processione e davanti alla chiesa in onore del santo. Il tinku è una danza tribale per propiziare la fertilità della terra. Mi hanno spiegato che originariamente comprendeva il sacrificio di alcuni animali, il cui sangue serviva per fecondare il terreno. Gli spagnoli, al loro arrivo, per puro divertimento, obbligarono gli autoctoni a lottare tra loro, bagnando col loro stesso sangue la terra. La lotta doveva terminare con un morto, sacrificato alla madre terra. Le donne incitano gli uomini alla lotta. Oggi tutto rivive in una rappresentazione, all’interno di questa danza lunga e spettacolare, cruda e anarchica. I colori dei vestiti, tipicamente andini, sono vivaci e molto belli.
Dopo il congresso, insieme al mio guardiano fray José Luis, e Alvaro, frate uruguaiano, siamo andati per due giorni di turismo a Sucre e Potosì.


Sucre – Stessa altitudine e clima di Cochabamba, è una città molto bella, con chiese solenni e palazzi sontuosi, dell’età coloniale. Tutti dipinti di bianco, che le hanno valso il titolo di “città bianca”. Molto signorile, per il centro storico ben curato, è la capitale culturale della Bolivia per le sue università. La nostra chiesa di S. Francesco è bellissima. La più antica della città, conserva nel campanile la campana che risuonò insieme al grido di “libertà” in America Latina, duecento anni fa. L’ospitalità dei frati è stata squisita. Unico inconveniente personale: la seconda notte, l’ultima, di ritorno da Potosì, ho vomitato tutto il possibile, probabilmente effetti ritardati e collaterali dell’altitudine.
Ho visto che la Bolivia vive, quasi in carta carbone, lo stesso processo politico del Venezuela, però le città sono molto più sicure e si può passeggiare fino a sera tardi.




Potosì – La città della “plata” (argento). Dominata dal “Cerro rico”, perforato da gallerie minerarie, fu la capitale economica di tutta l’America Latina durante il periodo aureo dell’estrazione del prezioso metallo. Affascinante, magica nelle sue strette vie coloniali; assurdamente uguale e sciatta nel quartiere dei minatori. Si trova a 4.000 metri di altitudine e ci si arriva attraverso una suggestiva via tra le montagne e l’altipiano boliviano. Il luogo non è favorevole a nessun insediamento umano; solo l’argento, un tempo abbondantissimo, giustifica la sua fondazione da parte degli spagnoli.
Degni di visita il Convento delle Carmelitane e la “Casa de la moneda”, simboli dell’auge spirituale ed economico. Nel suo momento di maggiore splendore, Potosì arrivò a contare 160.000 abitanti, quando Madrid e Parigi ne contavano circa 60.000. Si organizzano visite alle miniere, ancora attive. Mi sono scontrato con uno dei mestieri più duri, pericolosi e assurdi. L’estrazione dei metalli potrebbe avere un suo senso; ma giustificare la morte di migliaia di indigeni nella storia, e di uomini e animali in generale solo perché l’uomo ha deciso che alcuni metalli sono “nobili” mi pare diabolico. Per lavorare duro a certe altitudini, ma anche per vincere semplicemente gli effetti dei 4.000 mt, si usa masticare foglie di coca. È tipico vedere i minatori con una guancia rigonfia per la poltiglia di foglie di coca che mantengono in bocca, succhiandola e masticandola. Il tutto accompagnato da sorsi di acquavite.
Siamo stati ospiti dei frati minori, nel bellissimo convento di S. Francesco, monumentale. Solo due frati, tra cui un italiano di 75 anni circa. Il freddo intenso, prima che salga il sole, e l’altura, pare scoraggino altri a volerci andare.
Ritorno dalla Bolivia contento per l’esperienza turistica e culturale. Per 11 giorni ho lavorato sodo nella preparazione e svolgimento del Congresso, essendo moderatore unico e membro della Commissione di sintesi quotidiana e finale. Bello e arricchente ascoltare gli interventi e scambiare opinioni, a livello formale e nei momenti fuori dell’aula. Il clima fraterno è stato splendido. Tre giorni li ho potuti vivere da turista, visitando luoghi suggestivi e venendo a contatto con la cultura boliviana, molto più autoctona e legata alle tradizioni che non la venezuelana.