venerdì 24 settembre 2010

Asís, 5-24 de septiembre


Desde Roma a Asís es como pasar de una euforia turística, debida a la grandiosidad de su historia y monumentos, a una inmersión en lo espiritual. No que en Asís falten historia y bellezas arquitectónicas y figurativas, pero es como si todo se desdibujara frente a una sensación espiritual que te agarra las entrañas y te pone en contacto directo con la experiencia contemplativa de Francisco y Clara. Se dice que en Asís las mismas piedras hablan, y es verdad. Te cuentan de sobriedad, retorno a lo esencial, amor por la naturaleza y las criaturas. Te llenan de nostalgia por lo vacío, para que te llene el amor de Dios, sin las violaciones típicas de nuestro mundo, egoísta y narcisista. ¡De cuantas cosas nos llenamos, hasta perder de vista lo esencial y rebosar de nada! Nuestro mundo de cada día precisaría reflejarse en la experiencia humana y espiritual de este gigante, a pesar de su estatura de enano y su fealdad, que es Francisco. ¡Cuán lejos se está de un vivir evangélico y franciscano, donde prevalezca el diálogo y el amor hasta para con el enemigo, el cual pierde su carácter de adversario, si logras quererlo! Y mi primer enemigo soy yo, y no me quiero cuándo ando apartado de estos valores y utopías.
No es fácil resumir o poner por escrito los días pasados en este lugar de Rivotorto y las excursiones a Asís y otros lugares franciscanos, los cuales, de manera inmediata y plástica, te hablan de los sucesos de Francisco, situándote en un contexto geográfico espiritual, más que físico.
El Curso se ha articulado en tres semanas bastante intensas (la próxima será en Padua, al encuentro con una manera concreta de ser franciscano, confrontándonos con la figura de S. Antonio), con horarios de ponencias y reflexiones exigentes (3 horas en la mañana y 3 en la tarde), de lunes a viernes. He aprovechado del descanso después del almuerzo para caminar en los alrededores del convento, casi siempre hacia la iglesia-conventoo de S. Damián, por carreteras entre los campos, acompañado por el olor de la tierra, rodeado de encinas y abetes, olivares y viñedos, mirando como los higos maduros de las numerosas higueras están dando puesto a uvas y aceitunas. Los sábados y domingos eran dedicados a excursiones y paseos a los lugares franciscanos.


En la primera semana, introducida el día antes con la entrega de la Regla y el Testamento en el sugestivo tugurio de Rivotorto, nos ha acompañado fray Bernardino Hospital, el cual nos ha cuestionado sobre el seguimiento de Cristo, a la escuela de Francisco, teniendo como punto de referencia el capítulo 22 de la Regla no Bulada. En la segunda hemos encontrado los frailes encargados de algunos servicios a la Orden, en distintos secretariados, los cuales, por supuesto, nos han hablado de su trabajo de animación. La tercera ha sido dividida entre dos relatores: fray Víctor Mora en la mañana, sobre “La Escritura en S. Francisco y en la tradición franciscana”; y fray Miguel Ángel López en la tarde, sobre “Franciscanismo y Conventualidad en América Latina”, ambos muy interesantes, aunque con estilos diferentes. Recibimos contenidos y estímulos en demasía; a nosotros la tarea de transformarlos en vida vivida y frutos de conversión.


Los paseos a los lugares franciscanos han sido un gozo para los ojos y el corazón. Clases de franciscanismo hechas con piedras y paisajes, eficaces y directas. La visita al Sacro Convento y a las basílicas te sorprende siempre. Tengo años (llegué por primera vez en Asís en el lejano 1978) visitando este lugar y nunca me canso de admirar su hermosura; de escuchar sobre su arquitectura y frescos (la guía de fray Eduardo ha sido fantástica; un mixto de ironía y hondo conocimiento, de historia del arte y espiritualidad franciscana); de extasiarme a la vista del valle de lo alto del pórtico del convento; de volver a encontrar a frailes que pertenecen a mi historia y por cuya presencia y ejemplo doy gracias a Dios; de conectarme con Francisco mismo, bajando encuentro a su sarcófago, que es una pila de abrevadero, humilde y desprendido hasta la tumba.

El Monte de La Alverna
Las Carceles

En los conventos de Las Cárceles, lugar de oración de Francisco joven en su búsqueda de Dios, y La Alverna, lugar de los estigmas, ambos en la cuesta de montes y aislados, me impacta la consideración que tenía Francisco por las rocas desnudas. Opino que las buscaba como lugar privilegiado de oración y encuentro con Dios, Roca sobre quien construir todo. Un llamado también a desnudarse de tantas seguridades humanas y tentaciones de poder, para experimentar la comunión con el Cristo pobre y desnudo de la cruz. En las cuevas rocosas – también de las ermitas – Francisco se sentía abrazado y amparado por Dios. La fría roca se tornaba en caliente acogida; la dura piedra lo obligaba a ablandar y moldear su cuerpo para hacerlo uno con esa naturaleza, y con las exigencias amorosas de Dios.
Greccio
Fonte Colombo - Spoleto

Visitamos unos “eremitorios”: Monte Casale, donde se convierten 3 ladrones y se vuelven frailes, cautivados por la amabilidad de Francisco; Monteluco, cerca de Espoleto, con sus celditas pequeñas típicas de los primeros asentamientos franciscanos, y el bosque cercano con las grutas de los ermitaños franciscanos; Greccio, en que se recuerda el pesebre del 1224; Fonte Colombo, donde Francisco se retiró para redactar la Regla del 1223. Son los “lugares pobrecillos” de la primera generación de frailes, sencillos y pequeños, por lo usual aislados de los centros habitados. No sé si me gustaría o lograría vivir en estos lugares. Acercarse a ellos es confrontarse con la prisa y la distracción de lo cotidiano. El encuentro-choque con ellos te impulsa a buscar a Dios en el silencio y la sencillez, difíciles de lograr en el alboroto y complejidad del mundo. O mejor dicho, empujan a no descuidar el encuentro con Él en el silencio del corazón y sencillez de la vida, personal y fraterna. Es decir, a recuperar unos aspectos importantes del carisma franciscano, atentos a no caer en arqueología nostálgica, sino más bien a enfocarse sobre la manera franciscana de entrar en diálogo con el mundo, a partir de las categorías inspiradoras de Francisco.
Mañana salimos para Padua. Nos estamos acercando a la conclusión del Curso y parece que los días hayan volado. Tengo una sensación rara en dejar Asís. Es como despedirse de un padre, del lugar del nacimiento. Sé que en unos días volveremos para terminar con la evaluación y participar en la fiesta de S. Francisco; pero serán tan sólo pocos días y el pensar en la partida (no solamente de Asís) da algo de añoranza melancólica. Me consuela que volveré a verlos a ustedes, mi familia de Venezuela...

lunedì 20 settembre 2010

Roma, 25 de ago – 5 de sept

El 25 de agosto aproveché la cola y me fui con la familia de mi prima a Roma, para finiquitar la organización del Curso de Franciscanismo para frailes menores conventuales de América Latina, en Rivotorto de Asís; cuadrar la búsqueda y acogida de los participantes; estar presente – por lo posible – al Congreso nacional misionero de nuestra Orden y dar un testimonio sobre mi trabajo pastoral en Venezuela.

Desde mi llegada al colegio Seraphicum, el jueves 26, hasta el lunes 30, verdadero inicio del Curso de Rivotorto, no he tenido tiempo para descansar ni un rato, entre participación al Congreso y salidas al aeropuerto. Debo agradecer el sentido de hospitalidad de fray Corrado y la generosidad de fray Igor, los cuales me auxiliaron mucho para llevar a cabo sobretodo la acogida de los frailes participantes, que son 17, de distintas realidades y circunscripciones de América Latina.

Mi testimonio “misionero”, al igual que la vez pasada, se ha basado sobre el trabajo de formación en el seminario. Algo que no tiene los rasgos de las misiones clásicas, y que empero es muy importante para el futuro de la Orden y la Iglesia en Venezuela. Casi carece de gratificaciones inmediatas, sin embargo constituye un verdadero desafío diario.

La semana en Roma se ha caracterizado por la visita a los lugares de esa ciudad increíble y única, por historia y belleza de los monumentos. Roma es mágica, aunque no he podido girarla de noche, cuando la magia se vuelve fábula. Sólo pude caminar una noche por el Eur, y por cierto fue un encanto. Por doquier hay algo; cada rincón es un descubrimiento que te deja pasmado. Uno camina como llevado por un hechizo, en medio de montones de turistas de toda lengua y raza. Por supuesto que existe otra parte de la ciudad menos turística, donde vive la gente común y corriente; sin embargo Roma cautiva y embruja.

Nos paseamos por lugares famosos, de los cuales no les voy a hablar, porque diría cosas conocidas o les quitaría hermosura con mis palabras. Me impactaron algunas cosas menos comunes. Haber vuelto, después de años, a las catacumbas, con la posibilidad de celebrar misa, inmergiéndome en el misterio cristiano de la muerte y oración. La visita a las iglesias de S. Praxede, con sus antiquísimos y preciosos mosaicos; S. Pietro in Vincoli, donde se encuentra el Moisés de Miguel Angel; S. María del popolo, y las emocionantes pinturas de Caravaggio. Por primera vez presencié al cambio de la guardia hacia el palacio presidencial al Quirinale, y pude “escalar” la cúpula de S. Pedro, con su espectacular visión sobre la estructura de la iglesia, la ciudad de Roma y los jardines del Vaticano. De todos modos, el solo pasear por la ciudad, magnífica en su parte central, muy vasta y varia, representa un verdadero gozo para los ojos del cuerpo y del corazón.

Compartimos también unos ratos con nuestras comunidades. Por doquier nos recibieron en manera muy amable y fraterna. Pudimos conocer los trabajos pastorales y servicios a la Orden de los frailes de la Curia general, de la Penitencería vaticana, del convento “S. Maximiliano Kolbe”. Nos gustó mucho el trato familiar de ellos y de los frailes del colegio “Seraphicum”, de la casa de estudio de La Viña, de la parroquia “SS. Pedro y Pablo” al Eur, del santuario del milagro eucarístico en Lanciano y de la parroquia de Pescara (a estos últimos dos lugares fuimos de paseo).

Por ende, me conmovió que unos jóvenes adultos de Gravina, adolescentes o casi cuando yo actué en la parroquia, se hayan esmerado para encontrarme en Roma y Pescara. La confrontación con ellos te hace percibir los años que pasan; mas, al mismo tiempo, te alegran, porque sientes que tu vida y tu tiempo no han sido del todo inútiles... gracias a Dios... y pese a tus defectos y debilidades.


venerdì 10 settembre 2010

Monte Sant’Angelo: 7-25 de agosto

Normalmente este blog es escrito en italiano, sin embargo me decidí actualizarlo en español, porque me encuentro en Italia para mis vacaciones y para coordinar el curso de franciscanismo en Rivotorto de Asís. Por eso he pensado que les habría interesado más a los amigos venezolanos saber algo sobre mis días italianos. Por supuesto, escribiendo en una lengua que no es la mía, es normal que cometa errores de gramática y que la estructura del pensamiento sea la de un extranjero.
La primera tanda de mis vacaciones (e imagino lo mismo acontecerá con la segunda) se ha desarrollado toda en mi pueblo de Monte Sant’Angelo. Como las demás vacaciones desde cuando resido en Venezuela, trato estar con mis padres todo el tiempo. Bueno, no vivo recluso en casa, pero sí me detengo en el pueblo compartiendo con ellos momentos del día. En manera particular, en este año.
El mar, que dista tan sólo 10 kilómetros, lo he mirado de lo alto del promontorio donde está asentado mi esplendido pueblo. Así que se quedarán decepcionados mis amigos de Venezuela al verme “blanco” como a mi salida. Extrañados se quedan también mis paisanos al verme cada año del mismo color cuando llego. Para ellos Venezuela es sinónimo de Caribe, de sol, de tez bronceada, etc. Fatigo hacerles entender que vivo en zona andina, lejos mil millas de las playas oceánicas.
Además, no recibí muchas invitaciones, o los horarios eran incómodos para mis compromisos de auxilio a la parroquia franciscana, que dista pocos metros de mi casa, y a fray Germano (quisiera agradecer al Provincial fray Michele y a los frailes de la comunidad de Monte, por la atención fraterna a este hermano enfermo; a fray José Antonio Cristancho y a los dos postulantes Francesco, por el cariño y la generosidad humana en la asistencia a él). Sin embargo, no me quejo. Lo importante es estar unos días con mis viejos, que, gracias a Dios, están bastante bien, pese a su edad. Encima, en mi pueblo se vive muy bien en verano y el paisaje nunca te cansas de contemplarlo. Aprovecho para pasear en las afueras; encontrar y visitar a parientes y gente de mi vida; leer; asistir a unas iniciativas culturales; completar crucigramas con mi papá; echar vainas con los viejos y los vecinos; compartir con amigos de infancia y juventud; recibir a personas de Gravina y Copertino que vienen para visitarme y pasar momentos de alegría juntos (a un momento de estos se refiere la foto grupal). Todas cosa que se pueden vivir sobretodo en agosto. Por eso busco venir a Italia en este mes. Total que no me aburro.
Los sentimientos predominantes son de alegría nostálgica. Me encanta todo lo descrito. Sin embargo, cuesta a veces ser interpelados por las injurias del tiempo que pasa. Considerar que a lo mejor no todos estaremos vivos el próximo agosto; que de repente tendré que cambiar mes de vacación, sin la posibilidad de encontrar amigos emigrados por trabajo… Luego decido vivir, y disfrutar las oportunidades que Dios me presenta día tras día, aun echando de menos a Venezuela.