martedì 30 ottobre 2012

25 el 10 de… octubre

Otro juego de palabras con números... Esta vez, después de haber hablado del aniversario de profesión solemne (27 años el 28 de septiembre), quisiera escribir algo sobre el de la ordenación sacerdotal. ¡¡25 años de sacerdocio el 10 de octubre!!
Una vez más me imaginé este aniversario de manera diversa al que luego lo he vivido. Antes de la elección a custodio de Venezuela, había proyectado pedir un año sabático, para prepararme al evento a través de 6 meses de pastoral misionera en una zona de este mismo país; 3 meses de servicio en Tierra Santa y 3 en Asís. Proyecto acariciado por largo tiempo… Al cual tuve que renunciar por notos motivos. Al aproximarse de la fecha, fray Franklin me propuso celebrar la fiesta de S. Francisco en seminario. Acepté, pensando que luego hubiera podido tomar 5 días de retiro en el cercano y sugestivo convento carmelita de Potrero, celebrando así el aniversario con los seminaristas, en privado, visto que nadie estaba enterado. No era lo que había soñado, todo mucho más breve y reducido a nivel de involucramiento; sin embargo, esa manera íntima, compartida con los aspirantes a la vida franciscana, igualmente me gustaba.
A comienzos de septiembre llega, empero, la convocación de una reunión, fuera de programa,  de los responsables de las circunscripciones de la parte norte de América Latina, propio en aquellos días (8-10 de octubre), en Medellín (Colombia), para tratar temas urgentes inherentes al noviciado en común. Intenté no participar; pero los frailes del definitorio, sabiamente, insistieron para que estuviera presente al encuentro. Salí el 5 de octubre, antes de que cerraran las fronteras con vista a las elecciones presidenciales del día 7, para regresar el 10 noche. El compartir con la comunidad del noviciado de Itagüí (Medellín) y con los demás responsables ha sido bello y positivo. Cero turismo; tanto trabajo desde el 8 al 10, pero enriquecedor y en un clima espléndido de fraternidad.

El 10 de octubre, día del aniversario, teniendo mi salida para Cúcuta en la tarde, fui a celebrar a la casa para hermanas mayores de las Adoradoras del Santísimo Sacramento. Pedí a las numerosas hermanas que rezaran por mí, siendo el aniversario de mi ordenación. Pueden imaginar la alegría de las religiosas… Después de la misa, una joven presente ingresó a la sacristía para felicitarme. Su sonrisa radiosa me alumbra el día. La madre superiora me brinda un jugo y me pregunta cuándo cumpliría las “bodas de plata” sacerdotales. A mi respuesta –hoy–  se llena de entusiasmo y lo comunica a las demás. Un momento precioso de oración y fraternidad, inesperado y sorprendente.
La mañana vio una última, esmerada sección de trabajo. Al almuerzo los frailes me felicitan, habiéndose enterado por las hermanas del aniversario. Pronto después, salgo rumbo al aeropuerto. El vuelo preveía una escala en Bogotá. Aquí topo con un retardo de todos los vuelos. Por eso tuve que esperar alrededor de 4 horas, en lugar de las dos previstas. Afortunadamente, en manera del todo casual, en la sala de espera encuentro a una pareja de jóvenes venezolanos que habían hecho de testigos en un matrimonio celebrado en Barinas. Hemos platicado agradablemente y el tiempo se me pasó más rápido. En Cúcuta, donde me aguardaban fray Franklin y fray José Luís, llegué a las 9.30 pm. Mientras que al seminario, entre viaje y parada para una breve cena, arribamos a media noche y media.

El 11 de octubre, aniversario de mi primera misa, quise celebrarlo con los seminaristas. Me tomé el día de reposo. En la mañana paseé por el seminario; disfruté del paisaje y terminé de leer “Humillados y ofendidos” de Dostoyevski. En la tarde aún reposo, paseo, ducha y celebración. La misa, a la cual Franklin había invitado a las hermanas del colegio Nazareth, ha sido sencilla, familiar y bella, así como la cena y el pequeño momento de fiesta siguiente. A las 8.30 pm todo había terminado.
Me detuve a contemplar la noche y el fantástico panorama que se puede disfrutar del seminario. Una vez más no pude vivir lo que había soñado para esta fecha. Ni siquiera la parte más realística del sueño… Pensaba en las iniciativas y festejos que acompañan, por lo usual, los 25 años de sacerdocio. Luego me he dicho que ese casi anonimato es, tal vez, lo que en realidad busco, y que me fastidiarían rumor y bulla. También el sueño de un año sabático era más tiempo de preparación que fiesta, vivencia más que momento. Y fui a acostarme sereno.

sabato 27 ottobre 2012

25 il 10… ottobre

Un nuovo gioco di parole con i numeri. Questa volta, dopo aver parlato dell’anniversario della professione solenne (27 il 28 di settembre), vorrei scrivere qualcosa su quello dell’ordinazione sacerdotale. 25 anni di sacerdozio il 10 di ottobre!!
Ancora una volta avevo pensato a questo anniversario in un modo diverso da come poi l’ho vissuto. Prima dell’elezione a custode del Venezuela, avevo progettato di chiedere un anno sabbatico, durante il quale mi sarei preparato all’evento con 6 mesi di pastorale missionaria in una zona del Venezuela; 3 mesi di servizio in Terra Santa e 3 in Assisi. Un progetto accarezzato per lungo tempo… Al quale ho dovuto rinunciare per noti motivi. All’approssimarsi della data, fray Franklin mi ha proposto di celebrare S. Francesco in seminario. Così ho pensato che avrei potuto dopo prendermi 5 giorni di ritiro presso il vicino e suggestivo convento dei carmelitani di Potrero e celebrare l’anniversaro con i seminaristi, in privato, visto che nessuno ne era al corrente. Non era ciò che avevo sognato, tutto molto più breve e ridotto a livello di coinvolgimento; ma questa maniera intima, condivisa con gli aspiranti alla vita francescana, ugualmente mi piaceva.
I primi di settembre mi arriva la convocazione di una riunione urgente dei responsabili delle circoscrizioni della parte nord dell’America Latina, proprio in quei giorni (8-10 ottobre), a Medellín (Colombia), per discutere temi urgenti inerenti al noviziato in comune. Ho provato a non andarci; ma i frati del definitorio, saggiamente, hanno insistito che fossi presente all’incontro. Sono così partito il 5 ottobre, prima che chiudessero le frontiere in vista delle elezioni presidenziali del 7, e ritornato il 10 notte. L’esperienza nel noviziato di Medellín e l’incontro con gli altri responsabili sono stati vissuti molto belli e positivi. Zero turismo; bella condivisione con la comunità del noviziato; tanto lavoro dall’8 al 10, però arricchente e in uno splendido clima di fraternità.

Il 10, giorno dell’anniversario, dovendo partire il pomeriggio per Cúcuta, sono andato a celebrare nell’anzianato delle suore Adoratrici del Santissimo Sacramento. Ho chiesto alle numerose sorelle di pregare per me, essendo l’anniversario della mia ordinazione. Potete immaginare la gioia delle suore… Dopo la messa, una ragazza presente è entrata in sacrestia per farmi gli auguri. Il suo sorriso mi hanno illuminato il giorno. La madre superiora mi ha offerto un succo e mi ha chiesto quando avrei compiuto le “nozze d’argento” sacerdotali. Quando ha ascoltato la risposta – oggi – si è entusiasmata ancora di più e lo ha comunicato alle altre. Un momento prezioso di preghiera e fraternità, inatteso e sorprendente.
La mattinata è trascorsa in una ultima, impegnativa sessione di lavoro. A pranzo i frati mi hanno fatto gli auguri, avendo saputo dalle suore dell’anniversario. Subito dopo sono partito per l’aeroporto. Il volo prevedeva uno scalo a Bogotà. Qui mi sono imbattuto in un ritardo di tutti i voli, per cui ho aspettato circa 4 ore, invece delle due previste. Per fortuna, in modo del tutto casuale, nella sala d’aspetto ho incontrato una coppia di giovani venezuelani che avevano fatto da testimoni a un matrimonio celebrato a Barinas. Abbiamo chiacchierato piacevolmente e il tempo è passato più veloce. A Cúcuta sono arrivato alle 21.30, atteso da fray Franklin e José Luís. In seminario, tra viaggio e sosta per una breve cena, siamo arrivati a mezzanotte e mezza.

L’11 ottobre, anniversario della prima messa, ho voluto celebrarlo con i seminaristi. Il giorno me lo sono preso di riposo. Durante la mattina ho passeggiato in seminario; mi sono goduto il panorama e ho finito di leggere “Umiliati e offesi” di Dostoyevski. Il pomeriggio ancora riposo, passeggio, doccia e celebrazione. La messa, alla quale Franklin aveva invitato le suore del collegio Nazaret, è stata semplice, familiare e bella, così come la cena e il momento di festa che ne è seguito. Alle 20.30 tutto era concluso.
Mi sono fermato a contemplare la notte e lo splendido panorama che si gode dal seminario. Ancora una volta non ho potuto vivere ciò che avrei sognato per questa data. Nemmeno la parte più realística del sogno... Pensavo alle iniziative e festeggiamenti che accompagnano di solito i 25 anni di sacerdozio. Poi mi son detto che questo quasi anonimato è forse ciò che cerco, e che mi darebbe fastidio troppo rumore. Anche il sogno dell’anno sabbatico era più preparazione che festa, vita più che momento. E sono andato a dormire sereno.

mercoledì 3 ottobre 2012

27 el 28



Extraño el título de este post. Hace falta una explicación. 27 el 28, se refiere a los años de profesión solemne (27), celebrados precisamente el 28 de septiembre. De veras me estoy volviendo viejo, no sólo a nivel de edad civil, sino también de años entre los franciscanos.
Viernes 28 de septiembre, 27 años de profesión solemne!! Cómo ha transcurrido el día?!? Ahorita que estoy escribiendo es noche; me siento cansado y satisfecho a la vez. Madrugué para ir a celebrar misa a las 6 am a las hermanas del Colegio Nazareth en Táriba. Luego, desayuno, lectura de un capítulo de “Humillados y ofendidos” y rumbo a San Cristobal, aprovechando una cola, para otra celebración eucarística en el colegio de las marianitas, en el día de la secretaria. Es increíble como en Venezuela toda categoría de personas tenga su día celebrativo. En la homilía hablé del tiempo que debemos aprender a habitar, dando a Dios su debido espacio. Después, junto a las hermanas y a todo el personal escolástico, nos dirigimos al restaurant de un hotel, gestionado por italianos, para compartir el tiempo del almuerzo. Momento de fiesta lindo y sereno, enriquecido por la “alegre locura” de las fotos con el ministro de Interior y Justicia, Tarek el Assaimi, quien estaba comiendo en la mesa cercana. Él del partido oficialista; mientras que las mujeres que ha requerido fotos con él eran todas, rigurosamente, de la oposición!! Y todo eso a pocos días de las elecciones presidenciales, bastante reñidas. Ojalá fuera señal de la sabiduría pacífica de nuestro pueblo, amante de las relaciones y de la convivencia en las diferencias, mientras estamos a la puerta de un turno electoral caracterizado por miedos a violencias poselectorales. He querido leerlo como la liviandad sapiente que se impone en momentos de tensiones inútiles y absurdos. Un signo de esperanza…
En la tarde llevé la comunión a una amiga hospitalizada por una fuerte depresión. Hemos dialogado por mucho más que una hora. Nos abrazamos con cariño y solidaridad. Sentí que Dios estaba abrazando mis fragilidades y, a través de ellas, en mi persona, abrazaba a mi amiga. Salí de la clínica conmovido por ese don imprevisto e improviso, que confiere más sentido a mi ser fraile, a mi consagración religiosa.
La noche, en seminario, me he detenido a mirar el tremendo espectáculo de las luces de San Cristobal, acariciado por un clima fresco y agradable. La hermosísima luna llena me ha obligado a levantar la mirada, a tener la nariz hacia arriba, para admirar el juego a escondite con las nubes nocturnas, entre el permitirme vislumbrar su faz y el desaparecer, luego definitivamente, más allá de las nubes. En la certeza, sin embargo, de la falsedad y fragilidad de ese oscurecimiento temporáneo, destinado a devolver inexorablemente espacio a la luz y a la belleza.
Escribo y estoy aún más cansado. Los ojos reclaman el cerrarse del sueño. Me acuesto. Siento que debo agradecerle a Dios por el día de hoy. No es un aniversario “redondo”, que amerite demasiadas atenciones, aunque es, de todas formas, un aniversario. No lo viví cómo me lo imaginé. Sin embargo, me ha dado, pienso, más de cuanto pudiera esperar. Lindo refrán, que acompaña a menudo mis aniversarios…

lunedì 1 ottobre 2012

27 il 28


Strano il titolo di questo post. Ha bisogno di una spiegazione. 27 il 28, si riferisce agli anni di professione solenne, celebrati il 28 settembre, appunto. Decisamente sto invecchiando, non solo dal punto di vista anagrafico civile, ma anche religioso...
Venerdí 28 settembre: 27 anni di professione solenne!! Come ho trascorso quel giorno?!? Stasera che scrivo sono stanco, ma contento. Sveglia alle 5 del mattino per andare a celebrare, alle 6, alle suore del Colegio Nazareth di Táriba. Colazione, lettura di un capitolo de “Umiliati e offesi” e via a S. Cristobal, approfittando di un passaggio, per un’altra eucaristia al collegio delle “marianite”, nel giorno dedicato alle segretarie. È incredibile come in Venezuela ogni categoria di persone abbia il suo giorno celebrativo. Nella messa ho parlato del tempo che dobbiamo imparare ad abitare, dando il dovuto spazio a Dio. Quindi, insieme alle suore e a tutto il personale scolastico, ci siamo recati al ristorante di un hotel, gestito da italiani, per condividere il tempo del pranzo. Momento bello e sereno di festa, arricchito dalla “allegra follia” delle foto con il ministro de Interior y Justicia, Tarek el Assaimi, che stava mangiando al tavolo accanto. Lui del partito al governo; mentre che le donne che si sono fotografate con lui erano tutte rigorosamente dell’opposizione. E questo a pochi giorni dalle elezioni. Magari fosse un segno della sapienza pacifica di questo popolo, amante delle relazioni e della convivenza nelle differenze, in attesa di questa tornata elettorale, caratterizzata da paure di violenze postelettorali. Ho voluto leggerlo come la leggerezza sapiente che si impone in momenti di tensione inutile e assurda. Un segno di speranza...
Nel pomeriggio ho portato la comunione a una amica ricoverata per una forte depressione. Siamo stati a parlare per molto più di un’ora. Ci siamo abbracciati con affetto e solidarietà. Ho sentito che Dio stava abbracciando le mie fragilità e, attraverso di esse, nella mia persona, abbracciava la mia amica. Sono uscito commosso per questo dono imprevisto e improvviso, che conferisce più senso al mio essere frate, e spessore alla mia consacrazione religiosa.
La sera, in seminario, mi sono soffermato a guardare lo splendido spettacolo delle luci di San Cristobal, in una serata fresca e piacevole. La bellissima luna piena mi ha obbligato ad alzare lo sguardo, a tenere il naso all’insù, per ammirare il gioco a nascondino con le nubi serali, tra il far scorgere la sua faccia e lo sparire, definitivamente, al di là delle nubi. Nella certezza, però, della falsità e fragilità di un oscuramento temporaneo, destinato a ridare inesorabilmente spazio alla luce e alla bellezza.
Sto scrivendo e sono stanco. Gli occhi reclamano la chiusura del sonno. Vado a dormire. Sento di dover ringraziare Dio per il giorno di oggi. Non è un anniversario “rotondo”, da meritare troppe attenzioni, anche se è pur sempre un anniversario. Non è stato vissuto come lo avrei immaginato; ma alla fine mi ha dato, credo, più di quanto mi aspettassi o immaginassi. Bel ritornello, che accompagna spesso i miei anniversari...