giovedì 17 novembre 2011

Pensamientos y palabras... en vuelo

Falta poco para mi llegada a Caracas, a 40 días desde mi salida para Italia. No tengo mucha gana de escribir. Debiera haberlo hecho durante mi estadía en el “Belpaese”, para reflejar y comunicar la inmediatez de los momentos vividos. Hasta me lo había propuesto… La descripción de las emociones sería más viva. Ahora siento que todo se mezcla. Conjunto de imágenes exteriores y fotogramas interiores, que se persiguen y confunden. Y no logro hilvanar el hilo de los recuerdos y de las impresiones. No sé cómo empezar ni donde terminar. Juro que seré menos flojo y más disciplinado las próximas veces. O al menos lo espero… Es que cuando me encuentro “dentro” de la situación, sobre todo en Italia, en especial en mi pueblo, me gusta relajarme, disfrutar, vivir, pensar, meditar, pero sin compromiso de comunicación, aun advirtiendo la necesidad. Baño de saludable… lentitud!!

De todos modos, le agradezco una vez más a Dios por la oportunidad de renovar el encuentro con lugares y personas, paisajes y relaciones que son parte fundamental de mi pasado y presente. Ver, estar, compartir es siempre un hermoso regalo de Dios, que me enriquece y conmueve.

¿La particularidad de este año? Pienso el haber disfrutado en manera especial, íntima, prolongada mi pueblo y mi familia, las fragilidades de los años de mi padre y mi madre. Ahora ya, más que los lugares, son las personas y las situaciones a llenarme. Los mismos lugares adquieren valor y belleza en la medida en que logro “habitarlos”. Geografías físicas e interiores que se encuentran y completan.

Estuve fundamentalmente en Monte Sant’Angelo, también los últimos días pasados en Sasso Marconi, sin embargo con mi hermana y mis padres, y la presencia discreta de mi cuñado Leo. Aquí me encontré con algunos amigos, entre los cuales mis infaltables conciudadanos. Los demás días, con las visitas fugaces a mis amigos en Milán y a mis frailes de Puglia, han sido momentos hermosos con personas bellas, quienes hacen intenso mi mundo y me impulsan a la gratitud. Mi primer mes ha tenido una inesperada inclusión entre el bautismo de Miguel, hijo de Graziamaria y Gianluca, en Gravina; y Matteo, hijo de Barbara y Pïno, en Monte.

Me queda un abanico de imágenes, con su respectivo caleidoscopio de emociones. Unas más nítidas y fuertes que otras; todas presentes a mi mente y corazón, difíciles a meter por escrito, por número e intensidad. He compartido presencias, historias, preocupaciones, alegrías, lugares, conmovido por el afecto que tiempo y distancias no consumen. Algo melancólico por no poder vivir un doble amor – Italia y Venezuela – con aquella presencia hacia la cual me siento atraído, y, sin embargo, humanamente imposible a realizar.

He salido hacia Caracas de Bolonia, acompañado del abrazo, de los besos de mis padres, que se vuelven siempre más desgarradores y lacerantes, por la edad que avanza y la fragilidad que se experimenta. Al aeropuerto me han llevado Leo y Lina, mi hermana, quien ha retrasado el beso de despedida hasta todo lo posible. Estoy por zambullirme otra vez en la realidad de Venezuela, de la cual me siento amado y amo. El Señor bendiga a toda la gente y los lugares que constituyen “mi Italia”. Dios se lo pague a todos, amigos.

Soy consciente que no he hablado de lugares y experiencias puntuales, ni descrito personas y encuentros, así como hubieran merecido, aunque no habría podido, nunca jamás, lograr poner por escrito y comunicar el esplendor de los paisajes y los movimientos del alma, con que los he visto y vivido. Prometo, pues, ser más detallado la próxima vez. Lo prometo... o al menos lo espero...

Un homenaje fotográfico a Monte Sant'Angelo, mi esplendido y querido pueblo

(fotos "robadas" a Anna Maria Rinaldi)

Pensieri e parole, in volo

Manca poco al mio arrivo a Caracas, a 40 giorni dalla partenza per l’Italia. Non ho molta voglia di scrivere. Avrei dovuto farlo durante la mia permanenza nel Belpaese, per rendere e comunicare la freschezza dei momenti vissuti. Me lo ero anche proposto... La descrizione delle emozioni sarebbe stata piú vivida e immediata. Ora sento che tutto si mescola. Un insieme di immagini esteriori e foto interiori, che si rincorrono e confondono. E non riesco a tessere il filo dei ricordi e delle impressioni. Non so come cominciare né dove finire. Giuro che sarò meno pigro e più ordinato le prossime volte. O almeno spero... È che quando mi trovo “dentro” la situazione, specie in Italia, specie al mio paese, mi piace rilassarmi, goderla, viverla, pensarla, meditarla, senza impegni di comunicazione, pur sentendone il bisogno. Bagno di salutare... lentezza!!!

In tutti i modi, ringrazio ancora una volta Dio per l’opportunitá di rinnovare l’incontro con luoghi e persone, paesaggi e relazioni che sono parte fondamentale del mio passato e presente. Vedere, stare, condividere è sempre un bel dono di Dio, che mi arricchisce e commuove.

La particolarità di quest’anno? Penso sia l’aver vissuto in maniera particolare, intima, prolungata il mio paese e la mia famiglia, le fragilitá degli anni di mio padre e mia madre. Ormai, più che i luoghi, sono le persone e le situazioni a riempirmi. Gli stessi luoghi acquistano valore e bellezza nella misura in cui riesco ad “abitarli”. Geografie fisiche e interiori che si incontrano e completano.

Sono stato fondamentalmente a Monte Sant’Angelo, anche gli ultimi giorni passati a Sasso Marconi, ma con mia sorella e i miei genitori, e la presenza discreta di mio cognato Leo. Qui mi sono incontrato con alcuni amici, tra cui gli immancabili “montanari”. Gli altri giorni, con le visite fugaci ai miei amici di Milano e ai miei frati di Puglia, sono stati momenti belli con persone belle, che fanno intenso il mio mondo e mi spingono alla gratitudine. Il primo mese ha avuto una inaspettata e significativa inclusione tra il battesimo di Michele, figlio di Graziamaria e Gianluca, a Gravina; e Matteo, figlio di Barbara e Pino, a Monte.

Mi rimangono un ventaglio di immagini, con il corrispettivo caleidoscopio di emozioni. Alcune più nitide e forti di altre; tutte presenti alla mia mente e al mio cuore, difficili da mettere per iscritto, per numero e intensità. Ho condiviso presenze, storie, preoccupazioni, gioie, luoghi, emozionato per l’affetto che tempo e distanze non consumano. Un po’ melanconico per non riuscire a vivere un doppio amore – Italia e Venezuela – con quella presenza dalla quale mi sento attratto, e tuttavia umanamente impossibile da realizzare.

Sono partito alla volta di Caracas da Bologna, accompagnato dall’abbraccio, dai baci dei miei, che si fanno sempre più struggenti e laceranti, per l’età che avanza e la fragilità che si sperimenta. All’aeroporto mi hanno accompagnato Leo e Lina, che ha ritardato il bacio di saluto fino a tutto il possibile. Sto per rituffarmi nella realtà del Venezuela, da cui mi sento amato e amo. Il Signore benedica tutte le persone e i luoghi che costituiscono la “mia Italia”. Grazie a tutti, amici.

So che non ho parlato di luoghi ed esperienze puntuali, né descritto persone e incontri, cosí come avrebbero meritato, anche se non avrei potuto, mai e poi mai, riuscire a mettere per iscritto e comunicare lo splendore dei paesaggi e i moti dell’anima, che li hanno visti e vissuti. Prometto, comunque, che sarò più dettagliato la prossima volta. Lo prometto... o almeno lo spero...

Omaggio a Monte Sant'Angelo, mio splendido e amato paese

(le immagini sono rubate a Anna Maria Rinaldi)

venerdì 9 settembre 2011

Lima, 10-16 de agosto

En aeropuerto, en aguarde del vuelo para Caracas. Me da tiempo para escribir algo sobre los días pasados en Lima, entre encuentro del Ministerio de Reflexión de la Falc (=MiReFalc) (10-12 de agosto), y visita a la ciudad (13-16). Dicho de entrada, me habría encantado ir a visitar Machu Picchu. Un sueño acariciado desde varios años. Tengo que postergarlo, porque me salía muy caro (alrededor de 600 dólares por tres días). Cuándo vuelva a Perú y pueda hacerlo en manera más barata, entonces… De lo contrario, me quedaré con el sueño. Lo único que pude realizar fue visitar una muestra de fotos sobre el descubrimiento de Machu Picchu (1911) en una sala del Museo de la Nación, cuya entrada es… libre!!!

Encuentro de la Falc, 10-12 de agosto – Tres días de trabajo intenso, para reflexionar, a partir de unos artículos para el próximo número de la revista Decires, sobre el significado de “conventualidad” desde una mirada latinoamericana, como contribución de nuestra área geográfica al trabajo de revisión de las Constituciones. El clima que se respira es muy familiar. Somos hermanos y, además, nos conocemos entre nosotros. Por eso, a pesar de la intensidad y cantidad de horas escuchando, discutiendo, aportando, todos quedamos satisfechos de ese enriquecimiento mutuo que nos brinda siempre nuestro encuentro. Yo no presenté un artículo, sin embargo tengo labia jejeje. Me tocó redactar la noticia del encuentro y las conclusiones más importantes para la página web de la Orden.

La última noche fray Vicente, alemán trasplantado desde una vida en América Latina y más latino que los nativos, nos invitó a ir a ver un espectáculo de danzas folclóricas en el hotel Sheraton, confundiéndonos con los turistas para quienes se daba. Él conoce a una de las bailarinas. No fuimos todos. Los demás turistas tenían cena y asientos, nosotros debíamos arreglarnos para asistir. Escogí una columna en primera fila, y disfruté, pero mucho, de las danzas y los trajes típicos para cada baile.

Visita de Lima, 13-16 de agosto – El sábado me cambié para el convento “Nuestra Señora de la piedad”, junto a fray Hernan, de Montevideo. Aquí los frailes y la feligresía nos recibieron muy bien. Celebré dos misas con homilía el domingo y el 15, fiesta de la Asunta. Momentos hermosos de fraternidad y de compartir pastoral.

¿Qué decir de Lima? A parte el cielo siempre nublado, porque en invierno, y el frío fuerte sobre todo en las noches, para un venezolano como yo, ha sido un verdadero descubrimiento. Fue la capital de España en América Latina, y mantiene rasgos de la importancia histórica que tuvo. El centro es muy lindo. La ciudad es limpia, aun en su caoticidad de 9 millones de habitantes. Lo único es que se trata de una ciudad construida en un desierto, al lado del océano, con nada o casi bello de un punto de vista natural. Me gustó lo que pude visitar: el casco histórico, las iglesias con sus museos y conventos, el Museo de la Nación, el Paseo del Agua con sus fuentes hermosas y sus juegos de agua y luces por la noche. Me impresionó el número enorme de taxis: alrededor de 200.000… siempre hay más de uno listo cuándo lo necesites.

Plaza de la catedral y fachada de la catedral

Palacio obispal y Palacio de Gobierno

Iglesia San Francisco y claustro

Convento dominico: sede de la primera universidad de Perú y claustro

Convento dominico: claustro

Convento dominico: tumba de S. Rosa y S. Martín de Porres

Paseo del Agua

mercoledì 17 agosto 2011

Lima-Pariacoto, 5-9 de agosto: Memoria de un martirio


Me encuentro en mi última tarde en Lima, y quiero empezar este diario de viaje volviendo a los primeros días, tal vez los más importantes e impactantes, dedicados a la memoria histórica y celebrativa de los 20 años de la muerte de fray Miguel y Zbigniew, polacos, matados por el movimiento “Sendero Luminoso” el 9 de agosto del 1991. Hubo dos momentos fuertes: el Congreso en nuestra parroquia de Lima y el viaje-peregrinación a Pariacoto, lugar donde ejercían su ministerio y fueron ejecutados. Hoy es en curso su causa de beatificación, junto a otro sacerdote misionero italiano asesinado por el mismo movimiento el 25 de agosto del mismo año: Sandro Dordi. Los dos momentos han sido un logro, sobre todo de un punto de vista emocional, pastoral y celebrativo.

Congreso en Lima, 5-6 de agosto – Ha sido un mixto de ponencias más científicas, aunque la cercanía a los hechos no permitía una verdadera distancia emotiva, y de testimonios mucho más vivos e involucradores. Las primeras analizando el momento histórico particular que se vivía en Perú en aquellos años (una muestra de fotos sobre el terrorismo en Perú, que pude ver después en el Museo de la Nación, fue impresionante por la locura que se desató entre bandas revolucionarias y ejército, a expensas sobretodo de inocentes del pueblo, con un saldo de 70.000 muertos…), y las características del martirio cristiano, con particular referencia a América Latina. Los segundos a cargo del obispo de la diócesis de Chimbote, mons. Bambarén; de la hermana Berta, que los acompañó casi hasta los momentos finales; de una joven del su grupo de Pariacoto, etc. Éstos se entrelazaron bien con las ponencias y tuvieron un fuerte impacto emotivo sobre la asamblea compuesta por gente de toda edad y preparación. Yo?!? Actué de moderador. Un papel que parece agradar a estas latitudes en la manera “familiar” como lo desenvuelvo. Para mí una ocasión única de participación y crecimiento.

El domingo 7 celebramos misa en la parroquia, recordando los 25 años de ordenación de fray Jaroslaw, el entonces guardián de Pariacoto, el cual evitó la muerte sólo porque estaba de vacaciones. La misa fue bonita, animada con cantos y ritmos peruanos. En los días siguientes las celebraciones serán siempre a la altura, aunque a veces ha faltado algo más étnico o una participación más popular. La tarde es turístico culinaria, dando un primer vistazo al centro de Lima, y comiendo algo típico como el “ceviche”, plato de pez crudo cocinado en limón y más condimentos. Un manjar para mis gustos.

Claustro interno del convento de Pariacoto

Celebraciones en Pariacoto, 8-9 de agosto – Partimos de Lima a las 4.30 de la madrugada, en autobús, junto a varios laicos (otro nos ha precedido en la noche), para llegar a destino, en la región de Ancash, alrededor de 7 horas después. Bordeamos el océano, atravesando un paisaje muy árido, interrumpido de vez en cuando por oasis de vegetación y cultivos, allá donde hay agua, evidentemente. Dejada la costa, nos dirigimos hacia los montes andinos, donde queda Pariacoto. Luego de más de dos horas llegamos. Me impresiona la aridez de las montañas, junto a su majestuosidad. Mientras los pueblitos se asientan junto al agua, teniendo cultivos de hortalizas y frutas. Nos hospedan, algo arrimados, en los locales del convento. Sin embargo, el fuerte impacto emotivo de pisar el suelo que nuestros dos jóvenes hermanos has pisado durante su breve vida, nos hace olvidar el pequeño incómodo. Además, mucha gente de ese pueblo rural vive condiciones de vida aún más precarias.
Plaza de armas frente a la iglesia y camino al lugar del martirio

A las dos de la tarde, bajo un sol tórrido, empezamos el Vía Crucis hacia el lugar del martirio, distante cerca de dos kilómetros. Es carretera de tierra. La gente va uniéndose poco a poco. Busco refrigerio en zonas de sombras, cuándo las hay. El lugar del martirio se encuentra al lado de una plazuela natural, detrás del viejo cementerio, en Pueblo Viejo, abandonado después de un terremoto. Aquí se está ultimando una capilla. Celebramos al aire libre, en la plazuela. El momento es muy conmovedor. No puedo dejar de pensar en el hecho que los dos eran casi mis contemporáneos, muriendo Zbigniew a los 33 años y Miguel a los 31. Me estremece y da a pensar como la ideología pueda llevar a tal locura, de matar, por absurdo, a los que se dice querer rescatar o defender. Es lo que pasó en Perú y en cada país donde el terrorismo se enfrentó al ejército, con víctimas inocentes causadas por ambas instancias. Los que pagaron y pagan son siempre la gente del pueblo, los débiles y pobres. Y esto es inicuo, diabólico. Es esperanzador y alentador que en Perú se haya constituido una Comisión de la Verdad y Reconciliación, para echar luz sobre los acontecimientos y emprender un camino de paz.

Tumbas de los dos frailes en la iglesia de Pariacoto

La mañana siguiente, 9 de agosto, día del martirio, temprano, salgo solo, para tomar unas fotos y volver a caminar el camino hacia el lugar del martirio. Quiero reflexionar, revivir, escuchar el silencio. Es de una lindura profunda. Experimento inquietud y paz a la vez. Miro el paisaje y pienso en la noche en que fueron ejecutados Zbigniew y Miguel. ¿Habrán mirado un cielo tapizado de estrellas como el de anoche, contemplando a ángeles acompañándolos? ¿Y la luna? ¿Alumbró los alrededores, las cimas de los montes… y sus corazones? ¿O más bien hubo oscuridad, para que sus ojos contemplaran a Dios sin distracciones, alentándose mutuamente como amigos fraternos frente a un peligro fuera de su imaginación? Saber que una bala explotó en la cabeza de Miguel, abriéndole la cara, y que Zbigniew fue rematado con una bala que le salió del ojo, me da escalofríos de terror por la estupidez de la maldad humana, y de ternura hacia estos dos hermanos míos franciscanos.

Plazuela del enjuiciamiento y lugar de la ejecución

A las 10 a.m. hubo la celebración oficial de los 20 años del martirio, con la misa celebrada por el obispo nuevo de Chimbote y concelebrada por los sacerdotes presentes. Habría sido hermoso y significativo que los organizadores involucraran más la gente del pueblo, aquella gente que acompañó a los dos frailes y los enamoró de su vocación franciscana vivida en estos lugares y en esta cultura. Conmovedoras las pocas palabras de un primo de fray Zbigniew, quien dice, a nombre de toda la familia, que ellos no tienen odio ni rencor hacia los asesinos, y que los perdonan. Probablemente el momento más alto de toda la celebración. En la tarde, en espera de la salida, me dirijo a las tumbas en la iglesia. Quiero tener un momento de reflexión y oración. Me alcanza Eva, una joven presente la noche del asesinado y empieza a contar, con referencia a lugares del convento y de la iglesia, que por ella son sacramentales. Me conmueve su necesidad de decir, de desahogar el alma en el contar, casi de buscar un sentido difícil, imposible a hallar fuera de una lógica cristiana, martirial.

Llegamos a Lima a la medianoche. Durante el trayecto, charlo agradablemente con el Ministro general, mi amigo desde los tiempos de la teología en Roma, y mi querido fray Luciano, misionero entusiasta en Brasil desde casi 40 años.

mercoledì 15 giugno 2011

Me has seducido...

Han pasado dos semanas desde mi elección a Custodio de los frailes de la Custodia “Nuestra Señora de Coromoto”. Mientras en Italia se estaba clausurando la celebración para la Fiesta de la República (2 de junio), yo no sabía si alegrarme o no por lo acaecido. Ya desde el año pasado, cuando no tenía la mínima sospecha de ser un eventual candidato a Custodio, pensando en el Capítulo y en los 25 años de sacerdocio (octubre del 2012), me había hecho unos programas, acariciado proyectos y cultivado sueños. Una vez más los planes de Dios no correspondían a los míos (me pregunto si lograremos un día encontrarnos de acuerdo…).

Habría podido no aceptar… ¡¡¡Desde luego!!! La noche antes de la votación, cuando me había dado cuenta que mi candidatura estaba tomando cuerpo en manera seria, platicando con fray José Luís, el otro candidato, le dije que si entre los dos hubiera un sustancial empate en las preferencias, o que la contienda se pusiera reñida, me habría retirado. Habría sido oportuno, preciso, en aquel caso, que el Custodio fuera un venezolano. Por mi sorpresa recibí 17 votos sobre 23, y al primer escrutinio. ¿¡¿Cómo podía echarme atrás?!?

Desde entonces me he sentido como echado en una centrífuga. Al centro están mis compromisos anteriores, que no puedo soltar de una, y que amo; sin embargo, el vórtice me empuja hacia los nuevos, que exigen una inderogable asunción de responsabilidad. Todo es presente y gira a fuerte velocidad (así lo percibo yo). El tiempo, luego, es como si hubiera tenido una improvisa aceleración, y estos 10 días me han parecido mucho más largos e intensos de lo normal.

¿Cómo es la realidad franciscana en la que he sido puesto como ministro y siervo? Igual a muchas otras. Hay situaciones y personas bellas, otras difíciles y problemáticas. La economía custodial está malita, si se considera de un punto de vista humano; más bien “franciscana”, si la visión es cristiana. Gracias a Dios, hasta ahora el diálogo con los frailes ha sido sereno, y el clima en el definitorio es de trasparencia y apoyo mutuo.

¿Soy apto para este servicio? ¿Soy la persona justa? Sinceramente, no lo sé. Tengo mis dudas. No sé si mi elección fue voluntad del Espíritu Santo. Sin embargo, me basta saber que ha sido voluntad de mis hermanos frailes y quisiera, con su ayuda (y de todos mis amigos), buscar la voluntad de Dios y tratar cumplirla. En estos días una persona amiga, con franqueza evangélica, ha expresado, junto a su amistad incondicional, sus dudas sobre las trampas que mi carácter podría jugarme en este mandato. Me detuve a reflexionar sobre el asunto, y un poco me preocupé, porque tiene evidentes razones. El viernes pasado, participando a la ordenación sacerdotal de un seminarista diocesano que fue mi alumno, me detuve a mirar el cáliz: un Cristo desnudo, llevando sobre los hombros la copa del vino. Muy parecido a la figura de Atlante cargando con el planeta tierra. Me acordé de la invitación de R. Cantalamessa a los sacerdotes a ofrecer, junto a la sangre de Cristo derramada, las debilidades propias y los fracasos humanos. Me sentí como consolado, aliviado. Yo, débil y frágil, sostenido por Cristo, llevado sobre sus hombros. Enano en cima a un gigante. Fundamental es apoyarse a Él e dejarse llevar por Él.

Con vista al Capítulo custodial, varios amigos italianos me repetían: “¡¡No permitas que te jodan!!”; “No dejes que vuelvan a joderte!!”. La referencia era a una eventual elección a Custodio y el término “joder”, aunque suene fuerte, es el que rinde mejor la palabra italiana usada. Siempre me ha conmovido, y sigue emocionándome y sosteniéndome tanta amistad y un afecto tan grande. Nunca me cansaré de repetir el don que son ustedes para mí, y cuanto los quiera a todos y a cada uno en particular. ¿¡¿Me hice joder?!? De repente, no por los hombres, sino por Dios. O mejor, por Dios antes que por los hombres. En la estampita de mi ordenación sacerdotal escribí una frase del profeta Jeremías: “Me has seducido, Señor, y me dejé seducir por ti”. Versículo que sigue con estas significativas palabras: “Me tomaste a la fuerza y saliste ganando”… ¡¡¡El Señor les, nos dé la paz!!!

martedì 14 giugno 2011

Mi hai sedotto…

Sono passati 10 giorni dalla mia elezione a Custode dei frati della Custodia “Nuestra Señora de Coromoto” in Venezuela. Mentre si stavano per concludere in Italia le celebrazioni del 2 giugno, Festa della Repubblica, io non sapevo se rallegrarmi o meno per la suddetta elezione. Già dall’anno scorso, quando non sospettavo minimamente di essere un eventuale candidato a Custode, pensando al Capitolo e ai 25 anni di sacerdozio (ottobre 2012), mi ero fatto dei programmi, accarezzato progetti e coltivato sogni. Una volta ancora i piani di Dio non corrispondevano ai miei (mi chiedo se riusciremo un giorno a trovarci d’accordo…).

Avrei potuto non accettare… Certo!!! La sera prima della votazione, quando mi ero reso conto che la mia candidatura stava prendendo corpo in maniera seria, parlando con fray José Luis, l’altro candidato, gli dissi che se tra i due ci fosse stata una sostanziale parità di preferenze, mi sarei ritirato dalla contesa. Sarebbe stato opportuno, in quel caso, che il Custode fosse un venezuelano. La sorpresa è stata che ho ricevuto 17 voti su 23, e al primo scrutinio!! Come avrei potuto tirarmi indietro?!?

Da allora mi sono sentito come gettato in una centrifuga. Al centro ci sono i miei impegni precedenti, che non posso mollare di botto e che amo; però il vortice mi spinge verso i nuovi, che richiedono una assunzione di responsabilità inderogabile. Tutto è presente e gira a forte velocità (almeno così lo percepisco io). Il tempo poi è come se avesse subito una improvvisa accelerazione, e questi 10 giorni mi sono parsi molto più lunghi e intensi del normale,

Com’è la realtà francescana nella quale sono stato posto come ministro e servo? Uguale a tante altre. Ci sono situazioni e persone belle, altre difficili e problematiche. L’economia custodiale è messa maluccio, se si considera da un punto di vista umano; è piuttosto “francescana”, se la visione è cristiana. Grazie a Dio, finora il dialogo con i frati è stato sereno, e il clima nel definitorio è di trasparenza e appoggio mutuo.

Sono adatto a questo servizio? Sono la persona giusta? Sinceramente non saprei. Nutro dubbi. Non so se la mia elezione sia stata voluta dallo Spirito Santo. Tuttavia, mi basta sapere che è stata volontà dei miei confratelli e vorrei, con l’aiuto loro (e di tutti i miei amici), cercare di fare la volontà di Dio. In questi giorni una persona amica, con franchezza evangelica, ha espresso, insieme alla sua incondizionata amicizia, i suoi dubbi sulla bontà della scelta, ed evidenziato le trappole che il carattere potrebbe giocarmi. Suppongo possa avere ragione e mi sono soffermato a riflettere, un poco preoccupato. Venerdì scorso, partecipando alla ordinazione sacerdotale di un seminarista che è stato mio alunno, mi sono soffermato a guardare il calice: un Cristo nudo, con sulle spalle la coppa del vino. Molto simile alla figura di Atlante che carica la terra. Ho ricordato l’invito di Raniero Cantalamessa ai sacerdoti di offrire, con il sangue di Cristo versato, le personali debolezze e i fallimenti umani. Mi sono sentito come consolato. Io, debole e fragile, sostenuto da Cristo, portato sulle sue spalle. Nano in cima a un gigante. Fondamentale è appoggiarsi a Lui e lasciarsi portare da Lui.

In vista del Capitolo custodiale, vari amici italiani mi hanno ripetuto: “Non farti fregare!!”; “Non lasciarti fregare di nuovo!!”. Mi ha sempre commosso, e continua a commuovermi e sostenermi tanta amicizia e un così grande affetto. Non mi stancherò mai di ripetere che dono siete per me, e quanto voglia bene a tutti voi e a ognuno in particolare. Mi sono fatto fregare?!? Probabilmente non dagli uomini, ma da Dio. O almeno, da Dio prima che dagli uomini. Nel ricordino della mia ordinazione sacerdotale ho scritto una frase del profeta Geremia: “Mi hai sedotto, Signore, e io mi sono lasciato sedurre”. Frase che continua con queste altre significative parole: “Mi hai fatto violenza e hai prevalso”… Il Signore vi, ci dia la pace!!!

giovedì 5 maggio 2011

Settimana Santa 2011

Ritorno a Conchabamba dopo quattro anni: Settimana Santa del 2007. Il ricordo della volta scorsa è molto piacevole…

Dopo aver lasciato a Socopò i postulanti che hanno viaggiato con me e aver pranzato, mi dirigo al villaggio in compagnia di due ragazzi del posto, ai quali do un passaggio. Un favore reciproco: loro giungono a casa senza aspettare il jeep; io evito il pericolo di sbagliare strada.

Mi accoglie il fascino del “llano”, con le sue distese di prato per l’allevamento di bovini. Lasciata la strada asfaltata, deviamo a sinistra e ci addentriamo in un paesaggio un po’ più selvatico. Ci troviamo nella antica riserva forestale di Socopò. I bananeti, dopo circa 20 minuti di strada sterrata, annunciano che siamo arrivati. Mi affascina questo panorama. Sarà il ricordo della prima volta; saranno i nuvolosi che coprono il cielo e minacciano pioggia, però tutto mi appare sotto una luce nuova e accattivante. La stessa luce che mi accompagnerà camminando dalla casa di Dilcia e Isaac alla cappella, nei momenti che precedono il buio. Luce indefinita e struggente, che trasmette gioia e malinconia a un tempo.

La Messa della sera è infestata da nuvole di insetti, attirati dalla luce dei lampadari (al mattino spazzo la cappella da quelli caduti morti e che formano quasi un tappeto sul presbiterio). Una “piaga” che pare possa essere problema di tutti i giorni, dovuta alla pioggia e all’umidità. Tuttavia, dal giorno dopo si risolve perlomeno il problema degli insetti che volano proprio sulla mia testa, distraendomi dalla celebrazione. Si mantiene spenta la luce diretta sull’altare e leggo con quella di un lampadario della navata. Un vero sollievo…

A differenza della volta scorsa, quando mi fermai ospite di una famiglia, decido di stare nei locali annessi alla cappella. Scelta che si rivela subito felice, perché mi permette la libertà e gioia intima di incontrarmi in solitudine con Dio, all’inizio e alla fine della giornata. È il momento del riposo in Lui, che fa della cappella di questo sperduto villaggio rurale il centro dell’universo, soprattutto del mio mondo e dei miei affetti.

Domenica delle Palme, 17 aprile – Tutto il giorno lo trascorro a Conchabamba. Colazione e pranzo a casa di Dilcia e Isaac, insieme a 4 dei loro 7 figli, che rivedo con piacere cresciuti, alcuni già adulti. Alle tre del pomeriggio, benedizione delle palme presso la croce della missione e processione verso la cappella. L’omelia è sul significato evangelico dell’accoglienza di Gesù e su come prepararci a vivere la Settimana Santa; nonché sul valore simbolico tradizionale che il venezuelano attribuisce alle palme nel giorno odierno. Vado a letto presto, così come farò anche nei giorni successivi. Forse dovuto alla stanchezza, ma anche al bisogno e godimento di un sonno, dono di Dio, scevro da preoccupazioni immediate e di routine. A mezzanotte mi sveglia un tremendo acquazzone. Al risveglio ancora pioggia e problemi di diarrea (che dureranno solo il giorno di oggi). Credo mi faccia male l’acqua del rubinetto. Dovrò bollirla…

Il programma dei prossimi giorni è il seguente: al mattino, confessioni e Messa nei settori circostanti; nel pomeriggio, lo stesso, però a Conchabamba. Ritorno alle esperienze pastorali dei miei inizi in Venezuela, in zone di pianura, lottando con calore e zanzare (qui c’è anche un insetto quasi invisibile, che si chiama “ején”, che punge e brucia ancora di più). Inoltre, sudate abbondanti, accompagnate dal dolce e refrigerante rumore dei ventilatori, che mi accompagna anche di notte, sia per il fresco, che per tenere lontane le zanzare e permettermi di dormire.

Lunedì Santo, 18 aprile – Faccio colazione in casa di José e Juanita, in compagnia del figlioletto José Emanuel, un bimbo di un paio d’anni, biondino y sveglio: riso, banane cotte e pesce fritto. José viene a prendermi con una moto presa in prestito, perché la sua giovane famiglia ha solo una bicicletta per muoversi. Alle 9.30 vado in moto a Costa de Conchabamba, distante 15 minuti circa di strada sterrata. Viaggiamo in tre sulla stessa moto: il conducente, un piccolo ministrante e io, con la borsa con l’occorrente per la celebrazione. I tre rigorosamente senza casco!!!. Nei giorni seguenti mi muoverò a volte in moto. Nella campagna è un modo facile ed economico di spostarsi da un luogo all’altro. Il casco praticamente non si usa, ed è normale che la moto si trasformi in mezzo di trasporto multiuso e con più viaggiatori.

Martedì Santo, 19 aprile – Ancora una volta in moto, per 20 minuti, fino a La Embajada. Stavolta andiamo in tre moto. L’inconveniente di questo mezzo sono le buche e la irregolarità della strada sterrata, al di là delle pozzanghere che si formano quando piove. Mi accompagnano due ministranti di 10 anni: Alberto e Jackson. Saranno i miei angeli custodi durante tutti questi giorni, compagnia gradevole e varia: Alberto pacioccone e grassottello, Jackson magro e sveglio.

Mercoledì Santo, 20 aprile – Mi sveglia un forte temporale. Normalmente la pioggia mi pone malinconico; però, qui in campagna, è uno spettacolo affascinante. Mi precipito fuori della cappella, per assaporare il panorama con gli occhi e respirare la pioggia…Oggi mi tocca andare a El Porvenir, a mezz’ora. Vengono a prendermi in camionetta (pick up). Piove durante tutta la mattina. Per questo alla Messa assistono in pochi. Però Dio mi ricompensa con una bellissima escursione attraverso questo territorio di allevamenti e bananeti, alla vista di bovini e gazze bianco rosate, al suono di abbondanti gocce dal cielo, inseguito dall’odore umido della vegetazione e dalla luce tipica dei giorni piovosi.

Giovedì Santo, 21 aprile – Oggi il clima è cambiato completamente. C’è il sole e il cielo è limpido. Vado per El Destierro, a 40 minuti, in pick up. Andata e ritorno tra una natura lussureggiante, malgrado gli interventi dell’uomo. Il verde degli alberi e dei prati risplende alla luce tersa del sole. Ci riceve con la solita cortesia il signor Alirio e la sua famiglia. Anche qui mi aspettano un paio d’ore di confessione e la Messa. Tornando entriamo a far visita a una vecchietta inferma e costretta a letto. Per arrivare alla sua casa si percorre uno stretto sentiero tra banani e vegetazione. La Messa della notte, con il lavatoio dei piedi, nella piccola cappella traboccante di gente, è semplice e solenne a un tempo.

Venerdì Santo, 22 aprile – Tutto il giorno è dedicato a Conchabamba. Al mattino l’incontro con il dolore degli uomini, nella visita agli ammalati della comunità. Le condizioni igienico sanitarie di un paio di loro sono impressionanti. Al pomeriggio mi scontro con il dolore dell’Uomo-Dio: Via Crucis intorno al villaggio fino alla cappella, dalle 14.30 alle 16.30; Adorazione della Croce e Sermone delle 7 parole di Gesù in croce, dalle 17.00 alle 19.00. Poi… solo in cappella!! Chiamo un momento a una persona amica, perché l’incontro con il dolore sconcerta e si sente il bisogno di una voce. Infine mi fermo a riflettere, davanti alla Croce, nella cappella vuota, sul giorno trascorso, impegnativo e bello. Il silenzio di quest’ora è la giusta compagnia alle celebrazioni umane e liturgiche di oggi.

Sabato Santo, 23 aprile – 45 minuti circa per giungere al Cinco, settore dove è prevista la Messa questa mattina. Ho provato a spiegare agli organizzatori che non ci sono Messe il Sabato santo; però mi hanno detto che ormai non si può cambiare il programma, deludendo una comunità preparata a questo e che mi aspetta. Cosicché celebro la resurrezione di Nostro Signore alle 11.00 del mattino!!! La gente apprezza e gradisce… La Veglia Pasquale a Conchabamba, alle 19.00, è molto partecipata. Tutto si svolge ordinatamente, benché ci sia un poco di chiasso da parte dei 5 bambini che si battezzano e dei loro familiari. Al termine di tutto, una signora chiede di parlarmi. Alle 23.00 finalmente vado a letto.

Domenica di Pasqua, 24 aprile – Mi alzo alle 6.00 e preparo il bagagliaio. Terminata la colazione, alle 7.15 parto per il Seminario, insieme ad Aura Beatriz, figlia di Dilcia ed Isaac, che studia a Michelena. Lascio Beatriz nel terminal di S. Cristobal e attraverso il portone del seminario alle 12.30 circa. È stata una settimana molto bella di lavoro pastorale, grazie soprattutto alla gente, ai luoghi e all’aver avuto l’opportunità di momenti miei da solo con Dio nella cappella.

domenica 1 maggio 2011

Semana Santa 2011

Vuelvo de pastoral a Conchabamba después de cuatro años: Semana Santa del 2007. El recuerdo de la vez pasada es muy agradable…

Luego de haber dejado en Socopó a los cuatro postulantes que han viajado conmigo, y de haber almorzado, me dirijo a la aldea de Conchabamba en compañía de dos muchachos de allí, a los cuales doy la cola. Así ellos me ayudan para no equivocarme en la ruta.

Me acoge el paisaje fascinante del llano barinense, con sus praderas para pasto de bovinos. Dejada la carretera asfaltada cruzamos a la izquierda y nos adentramos en un paisaje más silvestre. Estamos en la antigua reserva forestal de Socopó. Las plataneras anuncian que hemos llegado a destino. Me encanta este paisaje. Será por el recuerdo de la primera experiencia aquí; será por los nubarrones amenazantes lluvia, todo me aparece bajo una luz nueva y cautivante. La misma luz me acompaña en mi camino de la casa de Dilcia e Isaac hacia la capilla, en los momentos que preceden la noche. Luz indefinida, que transmite alegría e melancolía a la vez.

La Misa de las 7 p.m. es infestada por “nubes” de insectos, atraídos por la luz de los bombillos. Plaga que parece vaya a ser problema de cada día, debido a la lluvia y humedad. Aunque, desde el día siguiente se soluciona por lo menos el problema de los bichos sobre el altar, teniendo apagado el bombillo directo y usando la luz indirecta de los de la nave de la capilla. Un verdadero alivio para mi…

A diferencia de la vez pasada, cuando fui huésped de una familia, decido quedarme en los locales junto a la capilla. Elección que aprecio enseguida, porque me permite la libertad y la alegría íntima de encontrarme en soledad con Dios, al comienzo y al final del día. Es descanso en Dios, que hace de la capilla de esta pequeña y perdida aldea rural, el centro del mundo, de mi mundo y mis afectos.

Domingo de Ramos, 17 de abril – Lo paso por entero en Conchabamba. Desayuno en casa de Dilcia e Isaac, junto a 4 de sus 7 hijos, que vuelvo a ver con gusto, más crecidos y unos ya adultos. A las tres de la tarde bendición de las palmas, cerca de la cruz de la misión, y procesión hacia la capilla. Homilía sobre el sentido de la acogida de Jesús y la vivencia de la Semana Santa, y sobre el valor simbólico tradicional que el venezolano atribuye a los ramos en este día. Me acuesto pronto, como haré en los días siguientes. Quizás debido al cansancio del día, pero también el gozo de un sueño que Dios me regala, libre de preocupaciones inmediatas y rutinarias. A medianoche me despierta un tremendo aguacero. Al amanecer aún lluvia y problemas de diarrea, supongo por el agua de la llave. Tendré que hervirla…

El programa de los próximos días es el siguiente: en las mañanas confesión y celebración de Misa en los sectores de alrededor; en la tarde en Conchabamba. Vuelvo a las experiencias pastorales de mis inicios en Venezuela, en zonas llaneras, lidiando con calor y zancudos (aquí hay un bicho casi invisibles, que empero pica y arde aún más duro: el ején). Encima, abundantes sudores, aliviados por los ventiladores, cuya briza y ruido me acompaña también de noche, o sea por el fresco, o sea para alejar a los zancudos.

Lunes santo, 18 de abril – Desayuno en casa de José y Juanita, acompañado por el hijito José Emanuel, un niño de un par de años, catire y pila. José llega a buscarme en una moto prestada, porque la familia posee tan sólo una pequeña bicicleta para desplazarse. A las 9.30 a.m. voy en moto a Costa de Conchabamba, que dista alrededor de 15 minutos en carretera de tierra. Nos acomodamos en tres sobre la misma moto: el chofer, un monaguillo y yo con la maleta para la Misa. Los tres sin casco, por supuesto!!! En los días siguientes me moveré a veces en moto. En el campo es una manera fácil y económica di trasladarse de un lugar a otro. El casco prácticamente no se usa, y es normal que la moto se transforme en medio de transporte multiuso y con más viajeros.

Martes santo, 19 de abril – Otra vez en moto, hasta La Embajada. Vamos en tres motos. Los inconvenientes de viajar en moto se deben a los huecos y la irregularidad de la carretera de tierra, además de las charcas que se forman a llover. Me acompañan dos monaguillos de 10 años: Alberto y Jackson. Serán mis ángeles de la guarda durante todos estos días, una compañía muy agradable y variada: Alberto más gordito y tranquilo, Jackson flaco y muy pila.

Miércoles santo, 20 de abril – Me despierta un fuerte chubasco. Normalmente la lluvia me vuelve melancólico, pero en el campo es un espectáculo que me fascina. Me escabullo fuera de la capilla, para saborear con los ojos el panorama y respirar la lluvia… Hoy me toca ir a El Porvenir, a media hora de distancia. Por supuesto me buscan en camioneta. Llueve durante toda la mañana. Por eso a la Misa participan pocos. Sin embargo, Dios me recompensa con una bellísima excursión por este territorio de pasto para bovinos y plataneras, admirando las vacas y sus amigas las garzas; al sonido de gotas copiosas que caen del cielo, acompañado por el olor húmedo de la vegetación y la luz típica de los días de lluvia.

Jueves santo, 21 de abril – Hoy el clima ha cambiado del todo. Hay sol y cielo despejado. Voy para El Destierro, a 40 minutos en camioneta. Ida y vuelta entre una naturaleza lozana, a pesar de las intervenciones del hombre. El verdor de los árboles y de los prados resplandece a la luz clara del sol de hoy. Nos recibe con la usual amabilidad el señor Alirio y su familia. También aquí me esperan un par de horas de confesión y la Misa. De regreso, entramos a visitar a una viejita enferma en cama. Para llegar se recorre un angosto sendero entre plátanos y vegetación. La Misa de la noche, con el lavatorio de los pies, en una capilla repleta, es sencilla y solemne a un tiempo.

Viernes santo, 22 de abril – Todo el día de hoy es dedicado a Conchabamba. En la mañana me encuentro con el dolor de los hombres, en mi visita a los enfermos de la comunidad. Las condiciones higiénico-sanitarias de algunos son impactantes. En la tarde choco con el dolor del Hombre-Dios: Vía Crucis en los alrededores de la aldea hasta la capilla, de las 2.30 a las 4.30; Adoración de la Cruz y Sermón de las 7 palabras, de las 5.00 a las 7.00. Luego… ¡¡solo en la capilla!! Llamo un momento a una persona amiga, porque el encuentro con el dolor desconcierta y se puede sentir la necesidad de una voz. Después me quedo a reflexionar, delante de la cruz, en la capilla vacía, sobre el día, fuerte y bello a la vez. El silencio de esta hora es la precisa compañía a las celebraciones humanas y litúrgicas de hoy.

Sábado santo, 23 de abril – Alrededor de 45 minutos para llegar al Cinco, sector donde es prevista una Misa en la mañana. Expliqué a los organizadores que no hay misas el Sábado santo, pero me dijeron que ya no se podía cambiar programa o decepcionar a una comunidad en espera. Así que celebro la resurrección de Nuestro Señor ¡¡a las 11 de la mañana!!Y la gente aprecia el hecho de haber tenido Misa… La Vigilia pascual en Conchabamba, a las 7.00 de la tarde, es muy participada. Todo se desenvuelve en manera ordenada, aunque haya un poco de bulla por los niños que se van a bautizar. Al terminar, una señora quiere hablarme. A las 11.00 por fin puedo acostarme.

Domingo de Resurrección, 24 de abril – Me levanto a las 6.00 y preparo mi maleta. Después del desayuno, a las 7.15 arranco para el seminario, en compañía de Aura Beatriz, una hija de Dilcia e Isaac que estudia en Michelena. Dejo a Beatriz en el terminal de S. Cristóbal y cruzo el portón del seminario a las 12.30 cerca. Ha sido una semana de trabajo pastoral muy linda, gracias sobretodo a la gente, a los lugares y al haber tenido la oportunidad de mis momentos a solas con Dios en la capilla.