martedì 1 agosto 2017

¿Cómo amaneces?

“¿Cómo amaneces?”. Es una pregunta común y corriente, amable. Esta mañana, al salir del convento, varias personas me lo han preguntado. A diferencia de los demás días, percibí que esa expresión contenía como un trasfondo, es decir ¿cómo me sentía luego de la jornada electoral de ayer, tan importante y tan fuerte para mi Venezuela? Confieso que salir a caminar me gusta. Quien me conoce lo sabe bien. Lo hago por deporte, por salud, para sumergirme en la naturaleza, solo, y meditar. Lo hago a veces, como esta mañana, cuando siento desilusión, enojo, impotencia frente a situaciones determinadas, perplejidad, tristeza. Me ayuda a estar mejor. Confío en que el cansancio del cuerpo me ayude a descansar el alma y relajar la mente. Aunque no siempre lo logro.

¿Cómo amanecí, pues? Perplejo frente a los acontecimientos del día domingo. Con preguntas, la gran parte retóricas, cuya respuesta ya conozco.

La Biblia, cuando narra de la victoria de David sobre su hijo Absalón, matado sin piedad en batalla, dice que el rey lloró inconsolable la muerte de este último, y que el ejército entró en Jerusalén en silencio, como después de una derrota. No me gustó la danza macabra de victoria del oficialismo, frente a una jornada con varios muertos. Hubiera sido más digna la consigna del silencio frente a hijos de la patria que pagaron con la vida la confrontación política. Y si hubiera coherencia en la actuación del gobierno, deberían pretender la renuncia de los gobernadores donde se registraron muertes, por incapacidad a llevar para adelante un proceso electivo pacífico, así como se ha hecho con otros gobernadores y alcaldes, en otras ocasiones. Pero, ecuanimidad y justicia ¿siguen siendo palabras con un contenido, o puro sonido hueco?

En cuanto a los resultados, dudo sobre la veracidad de los números. Como escribe alguien, la matemática es infalible, pero los números se pueden manipular. Hay testimonios fidedignos de personas fallecidas desde años que siguen votando. ¿Será que estamos frente a un poder divino capaz de resucitar muertos? Bueno, quiero aceptar que se nos dijo la verdad acerca de los resultados. Traducido en porcentaje, fueron a votar el 41-42%, y no se me diga que todos lo hicieron de manera libre y sin ninguna coacción, porque sería justificar la propia conciencia con una mentira nota a todos. Me pregunto ¿es una verdadera victoria saber que el 58-59% no fue a votar? ¿Dónde está la mayoría? En un cualquier país democrático la votación sería nula.

Mis amigos y hermanos del oficialismo saben que siempre he defendido el derecho a votar y con plena libertad, también en las elecciones de ayer. Me hubiera gustado que igual derecho fuera reconocido, así como lo hace la Constitución vigente, al Referendo Revocatorio, para el cual se pusieron un montón de trabas de parte del CNE. Organismo que no se cansó de decir que no es fácil organizar una jornada electoral, justificando el retardo de más de un año acerca de la elección de alcaldes y gobernadores, además de los alargues injustificados en cuanto al Revocatorio, y que, por lo contrario, en un mes logró organizar las elecciones para la ANC. Me agradaría que como se sintieron defendidos por mí, mis amigos del partido oficialista, en su libertad a ejercer el voto, sepan defender el derecho a la libertad de voto de los que no fueron a votar, sobre todo los empleados públicos. ¿Tendrán las agallas para protestar duramente cuando se pretenda botar del trabajo a quien no fue a votar, acampando absurdas “fallas profesionales”, inventadas por el fulano politólogo del momento y cuya única verdadera finalidad es la represalia y el amedrentamiento? Y les ruego no caer en la hipocresía de decir que esto no aconteció ni acontecerá, o que esas medidas son correctas, porque todos sabemos que no es así.

Por ende, no confío en una clase dirigente que no cumple con la palabra dada. Esto no significa que soy de la oposición. Trato sólo ser crítico y en consonancia con la visión de la Iglesia sobre los acontecimientos políticos del país. En octubre se firmaron acuerdos entre la oposición y el oficialismo, en una mesa de diálogo requerida por el presidente. Fueron cuatro los puntos concordados: (1) devolver sus competencias a la Asamblea Nacional, elegida por el pueblo con una mayoría abrumadora; (2) poner fechas para las elecciones de gobernadores y alcaldes; (3) liberar a los presos políticos; (4) permitir la apertura de un canal humanitario para el ingreso de alimentos y medicinas. ¿Cuál de estos puntos se acató? ¡Ni uno! Ahora, no respetar una palabra dada es sinónimo de falsedad y mentira. A menos que no se quiera reescribir el diccionario de la lengua española en base a conveniencias “revolucionarias”, donde el presidente actúa de lingüista y el gobierno asuma el rol de la Real Academia, porque nada hay imposible. ¿Les recuerda algo o Alguien? La mentira es contraria al Reino de Dios…

Mons. Romero, obispo mártir del Salvador, héroe de todos los que luchan a favor del pueblo pobre y humilde, decía: “La verdad físicamente puede ser muy débil, como el pequeño David; pero por más grande, por más armada que se ponga la mentira, no es más que un fantástico Goliat, que caerá por tierra bajo la pedrada de la verdad”. A él lo mataron los escuadrones de la muerte, conjunto de militares y civiles armados a servicio del poder y no del pueblo…

Entonces, como escribía arriba, esta mañana salí a caminar. Decidí subir a Mupate (los de Pueblo Llano saben a qué me refiero). A veces me ayuda mirar las cosas de otra perspectiva, de las alturas. Hoy la neblina me tapaba la vista, y sólo de vez en cuando lograba vislumbrar el pueblo. Seguí subiendo, esperando que más arriba fuera despejado, pero no. De todas formas, sé que hay que aprender a salir y subir física, moral y espiritualmente. Porque soy consciente y quiero confiar en que, así como reza un proverbio oriental, “hay mil espléndidos soles, más allá de las nubes”.

20 luglio 2017 - Un senso...?



20 luglio 2017… manca un mese esatto alla mia partenza per l’Italia. Ci ritorno dopo circa 12 anni di Venezuela. Il 20 agosto dovrei prendere l’aereo da Caracas in direzione Roma, salvo imprevisti nemmeno tanto imprevedibili) legati alla situazione bollente in cui stiamo vivendo già da parecchi mesi e anni, e diventata quasi incandescente ultimamente. Ma non voglio parlare qui, ora di politica... benché, in tale contesto, il mio ritorno in Italia potrebbe parere più una fuga che un normale cambio di comunità.


Molti mi chiedono che sento riguardo a questo mio ritorno. Come mi sento. Direi che è una situazione e un sentire del tutto simili alla mia partenza dall’Italia per il Venezuela, nel dicembre del 2005. Sento come se stessi partendo per un paese straniero. Amo l’Italia, amo la mia gente, e sono amato da loro più di ogni aspettativa e merito; tuttavia, sento che devo riabituarmi a una lingua già non pienamente mia, a una cultura del tutto differente, e a un modo piuttosto diverso di relazionarsi con la vita. So che non mi costerá tornare ad assumere tutto quel mondo, ma mi sta costando parecchio lasciare questa realtà. È che gli addii non mi sono mai piaciuti, anche sapendo che dove vado troverò accoglienza e affetto. Il cambio fa parte della nostra vita di frati, ma questa distanza
intercontinentale lo rende certamente più duro. Esattamente come 12 anni fa. Inoltre, ho la sensazione della incompiutezza circa la mia esperienza a Pueblo Llano, dopo neanche due anni. Ora che stavo conoscendo molto di più questa mia gente e iniziavo a sentirmi parte di questa realtà. Per non parlare del suo paesaggio andino, che mi affascina.


Non sapere quando e se potrò rivedere questi posti e questa gente, o per quanto tempo, non è facile
da digerire. Ho detto spesso che mi sarebbe piaciuto avere il dono della bilocazione, per stare in due posti allo stesso tempo; ma ormai so per certo che ci riuscirò solo al momento di raggiungere il cielo. Le ore, i momenti, i giorni sono duri e leggeri a un tempo. È dura la litania degli abbracci, dei saluti, dei pianti che lacerano. Mentre l’approssimarsi alla partenza scorre come volo rapido e leggero; e il conto alla rovescia mi sorprende e affanna con la sua velocità. Manca un mese, appena. Che si preannuncia pieno di impegni. Credo che mi troverò proiettato a Caracas senza quasi averne preso coscienza, senza aver avuto la possibilità di salutare tutti come avrei voluto e dovuto. Ma chissá se non sia meglio così. 


Come immagino il mio arrivo in Italia?!? Come ho detto, lo immagino senza troppi traumi. Finora
l’esperienza mi dice che mi costa molto lasciare, ma non ho mai avuto difficoltà a vivere la nuova situazione. Starò a Copertino, tra gente bella, frati bravi e nuove sfide. Sono sicuro che Dio sarà con me, come sempre; e mi regalerà molto più dei miei meriti e delle mie aspettative, come sempre.


Una ultima parola su “Un senso” di Vasco Rossi. Non è un cantante che ascolto di frequente, anche se mi piacciono alcune sue canzoni. Qualche giorno fa ne ho ascoltate alcune. E da allora questa mi risuona spesso dentro, anche se non ne condivido tutto il contenuto. Sarà il mio subcosciente che la canta? In fondo però è vero. Nella cose della vita non sempre si riesce a trovare un senso, e forse è anche inutile cercarlo. È obbligo e consolazione aprirsi al domani che arriverà.

giovedì 9 marzo 2017

11 febbraio 2017: 58 anni

Abitanti de Los Pantanos di fronte alla cappella
A quasi un mese dal mio compleanno, finalmente mi sono potuto sedere e buttare giù qualche riga, come uso fare ogni volta che celebro questo anniversario.

58: un numero che mi ha fatto pensare. Sarebbe bello, almeno per me stesso, mantenere il racconto dei miei compleanni, e poter ancora farlo quando questi numeri saranno invertiti. Perché sento da sempre che la vita, con i suoi giorni e anni, è una benedizione. Ogni anno ho cercato di accompagnare il mio compleanno con una colonna sonora. Quest'anno ero in serie difficoltá. Poi la sera prima mi sono imbattuto nella nuova canzone di Fiorella Mannoia “Che sia benedetta”, un bellissimo inno alla vita, appunto. L'ho considerata un regalo inatteso. L'ho subito assunta come colonna sonora di questo compleanno. Ho letto in seguito delle polemiche circa un eventuale plagio della musica, cosa che non mi interessa. Mi basta ascoltare e meditare il testo, pur dentro di una musica accattivante. La stessa sera ho guardato, su Youtube,  a spizzichi e mozzichi, il film “Perfetti sconosciuti”. Non era un download del tutto buono, ma mi è piaciuto il film e anche il fatto di trascorrere un paio d’ore da “italiano”, per la ambientazione, la trama e il modo di trattare le tematiche.

Nella trattoria del Paisa

L’11 è trascorso all'insegna di una bella normalità. Al mattino mi sono recato a celebrare alla cappella de Los Pantanos, il settore della parrocchia più alto e distante, forse anche il più povero, sotto tutti i punti di vista; il pomeriggio ero in chiesa a disposizione di chi avesse voluto confessarsi. Un compleanno passato piuttosto in silenzio, perché pochi sapevano. In fondo è il primo a Pueblo Llano, visto che l'anno scorso ero a Cuba. Fa bene però, a volte, vivere alcuni eventi della vita senza troppa pubblicità e manifestazioni pubbliche... La torta, buonissima, me l’ha preparata fray Carlo. Il 12 siamo stati invitati a cena dal Paisa e famiglia, nella loro trattoria, dove hanno voluto cantarmi gli auguri per il compleanno, di cui non sapevano il giorno prima, e tagliare un’altra torta, anch’essa squisita, in mio onore. Insomma, ho fatto una buona scorta di zuccheri, utile per questi tempi di magra e per eventuali nostalgie affettive. 

Villaggio de Los Pantanos
Molti mi chiedono come sto, preoccupati per le notizie che ricevono sul Venezuela. Io posso dire di star bene. La comunità di Pueblo Llano è privilegiata rispetto ad altre zone del paese, dove la situazione è davvero forte. Qui il problema principale non è ancora il mangiare, anche se ci sono molte più difficoltà rispetto a prima, ma le medicine, molto scarse e spesso introvabili. Si muore per cose che prima si potevano curare in modo semplice (ipertensione, depressioni, crisi epilettiche e convulsive...), ed è aumentata di parecchio la percentuale di mortalità infantile. Amnesty International parla di una scarsezza del 97 % in medicine comuni e del 70% per quelle di alto costo. L'inflazione poi è a livelli spaventosi. L’anno scorso, secondo statistiche attendibili (il Banco Centrale non ha mai pubblicato i dati ufficiali, né lo fa) l’inflazione è stata del 700 per cento; mentre per il 2017 si prevede del 2.000 per cento, con ripercussioni sul valore del denaro e il costo della vita facilmente immaginabili. O forse, difficile
Paesaggi de Los Pantanos
 anche da immaginare, per chi non li vive. Per fare solo un esempio, lo stipendio minimo era di 700 bolívares quando sono arrivato in Venezuela dieci anni fa, e quasi bastava per una vita decente; oggi è di 45.000 bolívares ed è del tutto insufficiente. Nel 2016 lo stipendio è stato aumentato più volte, e nel 2017 pare siano previsti quattro ulteriori aumenti. Una corsa affannosa, e persa, dietro il costo della vita. Con il governo che, in modo infantile, continua a distribuire colpe, senza voler cocciutamente riconoscere le proprie, gravissime, lasciando così il paese in stand by e giocando con la vita dei cittadini, specialmente dei più deboli, quelli che dicono di difendere e di aver valorizzato, e che sempre più spesso sono costretti a cercare qualcosa da mangiare nella spazzatura. Inoltre si rifiutano aiuti internazionali, perché questo significherebbe ammettere che ci sono problemi e che si è fallito nelle politiche economiche degli ultimi anni. Ma chi paga tutto questo?!? La risposta è ovvia...
Paesaggi de Los Pantanos
A livello politico, si può dire che viviamo sotto un regime mascherato di democrazia, colluso con le forse armate, con militari sempre più influenti e in posti di potere importanti. Da circa un mese hanno oscurato CNN in spagnolo, guarda caso dopo l'ennesimo servizio sulla corruzione del governo, con riferimento stavolta a passaporti venezuelani venduti a persone collegate con il narcotraffico e il terrorismo internazionale. Chavez aveva chiuso RCTV, Maduro ha oscurato già tre emittenti internazionali, due colombiane e CNN. E non si hanno notizie certe sulle radio. A queste semplicemente non danno o non rinnovano la licenza se non sono "comunitarie". Se in Italia dovessero chiudere tutte le emittenti che criticano il governo, ci ritroveremmo quasi senza stazioni radio ed emittenti televisive. I giornalisti sono spesso minacciati o arrestati, ma anche chiunque abbia una voce differente e critica. L’Assemblea Nazionale, camera unica parlamentaria, con maggioranza all’opposizione, è messa nell’impossibilità di legiferare, combattuta di continuo e completamente ignorata. Se si aggiunge che il potere esecutivo, giudiziale ed elettivo sono in mano del partito al potere, allora il quadro è spaventosamente completo.
Paesaggi de Los Pantanos
In quanto alla condizione sociale, le statistiche di Amnesty International parlano di carceri tremendamente sovraffollate, all’interno delle quali comandano e vivono come in hoteles i capibanda, con i quali deve scendere a compromessi lo stesso governo, incapace di mantenere l’ordine al loro interno, dove girano indisturbate armi e droghe. L’indice di omicidi è di 92 ogni 100 mila abitanti, che fa del Venezuela il paese più violento al mondo tra coloro che non sono in guerra (ma occuperebbe anche un posto alto tra quelli che lo sono). L’impunità supera il 95% dei delitti commessi.
Paesaggi de Los Pantanos
Tutto questo ha portato a un gran desiderio di fuggire, soprattuto di giovani e di cervelli. E d’altronde, con che coraggio si può condannare tale emigrazione? Si ha diritto a vivere almeno tranquilli. Naturalmente, il governo sta scoraggiando tutto questo, ponendo ostacoli molto forti. Già è difficile ottenere un visto per l’estero; ma a questo si deve aggiungere che i viaggi hanno prezzi pressoché impossibili per un venezuelano medio; che il costo di un passaporto nuovo o di un suo rinnovo è di 150.000 bolívares (ricordate che lo stipendio base è di 45.000...); che è quasi impossibile timbrare titoli scolastici affinché siano riconosciuti come validi all’estero.
Comunque, sarebbe davvero lungo parlare di questa situazione generale e dei tantissimi episodi legati alla vita della gente, di cui si viene a conoscenza, e che generano spesso rabbia e disanimo. In internet si possono trovare notizie al proposito. Ma io sto bene...

venerdì 10 febbraio 2017

11 anni in Venezuela

Oggi, 8 dicembre 2016, festa dell’Immacolata, compio 11 anni dalla mia prima intera giornata in Venezuela, vissuta allora per metà a Caracas e l’altra metà in un allucinante viaggio a Guanare. Da dove il giorno dopo sarei ripartito per il seminario di Palmira. Il 6, festa di San Nicola, ero partito da Gravina per Roma. Giornata “dura”, senza essere triste. Malinconica piuttosto, con una ridda di sentimenti difficili da gestire. Il 7 dicembre 2005, festa di San Ambrogio, viaggio aereo per il Venezuela, dove approdavo il pomeriggio di qua, notte in Italia.
Furono 3-4 giorni intensi, rapidi, che non mi diedero quasi tempo di respirare, di pensare, di digerire il cambio. Ma forse è stato meglio così. Una full immersion, senza possibilità di leccarmi le ferite del distacco e coltivare la nostalgia, benché il ricordo e l’affetto per la mia terra e la mia gente restano inalterati. Una settimana dopo il mio arrivo mi sono addirittura dovuto “inventare” missionario “navideño” in una zona di allevamenti in pianura, con un caldo umido bestiale. Altro che “bianco natal...”.

È proprio vero che spazio e tempo non sono entità rigide ed esatte, ma rispondono piuttosto alle emozioni e dipendono dal vissuto. Si usa dire “mi sembra ieri”. E davvero lo sembra. Nel ricordo il tempo si contrae. Tutto acquista la evidenza e nitidezza dell’appena passato. Lo stesso spazio si confonde, e ti senti proiettato, alternativamente, nei luoghi del “sentire”, là dove hai vissuto l’esperienza. So dove mi trovo; ma, in giorni come questi, mi sento contemporaneamente in piú luoghi e in tempi differenti. Sará grave?!?

Hoy, 8 de diciembre de 2016, fiesta de la Inmaculada, cumplo 11 años desde mi primer entero día en Venezuela, entonces vivido por mitad en Caracas y otra mitad en un alocado viaje para Guanare. Desde donde, al día siguiente, hubiera vuelto a salir para el seminario de Palmira. El 6 de diciembre de 2005, fiesta de San Nicolás, había salido de Gravina para Roma. Día “duro”, sin ser triste. Melancólico, más bien, con un torbellino de emociones difíciles de manejar. El 7 de diciembre, fiesta de San Ambrosio, viaje en avión hacia Venezuela, donde aterricé por la tarde, ya noche en Italia.
Fueron 3-4 días intensos, veloces, que no me dieron casi tiempo para respirar, pensar, digerir el cambio. Sin embargo, tal vez, fue mejor así. Un entrar de pleno en la nueva realidad, sin tener chance de lamer las heridas por la separación, ni cultivar la nostalgia, aunque el recuerdo y el cariño para con mi patria y mi gente permanecen inalterados. Encima, una semana después tuve que “inventarme” como misionero navideño, lanzado en una aldea del llano tachirense, en medio de crías de ganado, con un increíble calor húmedo. Todo lo contrario del “clima navideño” italiano, frío hasta nevar. Un verdadero choque cultural…
Es verdad, espacio y tiempo no son entidades rígidas y exactas. Antes bien, responden a las emociones del momento y dependen de lo vivido. Se acostumbra decir “me parece como si fuera ayer…”. Y de veras se parece así. En el recuerdo el tiempo se contrae. Todo adquiere la evidencia y nitidez de lo recién acontecido. El mismo espacio se desdibuja. Te sientes proyectado, alternativamente, en los lugares del “sentir”, allá donde has vivido la experiencia. Sé claramente donde me encuentro ahora; pero, en fechas como éstas, me siento contemporáneamente en varios lugares y diferentes tiempos. ¿!¿Será algo grave?!?


How we were


Ieri (17 novembre 2016) mi è arrivata questa foto. Si riferisce a una delle squadre parrocchiali che padre Vittorio Ciaccia metteva insieme, e alla quale mi univo durante le mie vacanze a Monte, dopo l’anno di studi teologici. Mi ha dato modo di pensare alla mia passione per il calcio.
Ho cominciato a conoscere di più, amare e praticare questo sport quasi tardi, quando ero già in prima media. Da allora non mi ha più abbandonato. Adesso ho appeso le scarpe al chiodo. Meglio, circa 3-4 anni fa si sono appese da sole. Quando ho rotto irreparabilmente il paio che stavo usando, ho pensato che potesse essere un segnale e che forse era giunto il momento di smettere con la pratica attiva. Anche perché, in tutti questi anni, non avevo mai sofferto alcun tipo di infortunio serio, per cui non mi sentivo di continuare a sfidare la buona sorte. Guardo con piacere le partite alla televisione, senza essere tifoso di alcuna squadra. Mi piace godermi il bel gioco di squadra e le azioni individuali. Se mi prende la voglia di giocare ancora qualche partita?!? Sempre!!! Ma non ho scarpette adatte... e poi, sono fuori allenamento.

Ricordo con immenso piacere e nostalgia i pomeriggi, soprattutto primaverili ed estivi, passati a giocare a pallone insieme agli amici del rione. Avevamo messo su una squadra fortissima, imbattibile per gli altri coetanei di Monte. Io ero terzino destro. Non sono mai stato un campione. Piuttosto un giocatore corretto, che ha sopperito con la carica agonistica alla mancanza di talento. Avevo polmoni per correre sulla fascia, quando appena avevano cominciato ad affermarsi i difensori che sapessero superare la linea di centrocampo e appoggiare le azioni di attacco. Stava nascendo il calcio totale in Olanda... Mi piaceva Marchetti, della Juve, poi Tardelli; oggi mi identificherei con Florenzi. Intanto si era materializzato un regalo inatteso e graditissimo: in parrocchia si era riusciti a costruire un piccolo campo di calcetto e pallavolo, divenuto luogo di ritrovo giornaliero per tutti noi. E non importa che si fosse rovinata una parte del chiostro antico. A quei tempi ce ne importava poco e tutto perdeva di valore di fronte a un simile dono. Un oratorio tutto nostro!!!

Poco a poco, con l’inizio delle superiori, lo stringere nuove amicizie e la “fuga” dal paese in cerca di lavoro da parte della maggior parte degli amici d’infanzia portò alla “rottura” naturale e inesorabile di quella splendida squadra fatta di persone cresciute sotto lo stesso campanile, nella stessa piazzetta di San Francesco. Continuarono le interminabili sfide a pallavolo e calcetto (4 contro 4) nell’oratorio, mentre i superstiti iniziammo a frequentare la scuola calcio del paese, dove arrivammo con l’occorrente nelle solite buste di plastica e le nostre scarpette rappezzate e resuscitate fino all’inverosimile da “Ngiulin u scarper”. Passammo a borsoni piú decenti, a due allenamenti settimanali e la partita la domenica, alcuni già con la prima squadra (io non ero tra quelli eheh), alla possibilitá-obbligo di fare la doccia dopo ogni impegno, vera impresa spartana durante i freddi mesi invernali. Inoltre ero parte della squadra di calcio del Liceo Classico, altra bella esperienza di amicizia e di vita.

Durante gli anni di studio della teologia, mi sono riciclato centrocampista, un po’ come... Tardelli. I polmoni erano sempre i soliti, e il cambio non ha nuociuto sulle prestazioni, anzi... Il poter spaziare e correre ancor di piú, rinnovó e diede ancor maggior vigore al mio entusiasmo per questo sport. Continuavo a non essere un campione, naturalmente, peró i miei compagni mi consideravano un perno fondamentale della squadra. Alcuni anni dopo mi sono ritrovato in quella splendida canzone di Ligabue “Una vita da mediano”.
Arrivato a Copertino ai 28 anni, e fino a “fine carriera”, ho continuato a giocare quasi esclusivamente a calcetto, riducendo gli spazi, e passando dagli scatti lunghi e brevi al moto perpetuo. Un modo diverso di interpretare il gioco del calcio, ma ugualmente pieno di gioia e divertimento.

Insomma, penso di poter affermare che il calcio é stato per me una buona scuola di vita. Come tutti gli sports di squadra, mi ha insegnato a socializzare; a lottare, soffrire, esultare e gioire insieme agli altri; a mettermi a disposizione del bene comune, apprezzando le differenti caratteristiche degli altri e armonizzandole con le mie. Mi ha insegnato a lottare per migliorare limiti tecnici personali (per esempio, imparare a calciare un po’ anche col sinistro), o a viverli meglio nel gioco di squadra. Inoltre mi ha aiutato a conoscere persone, soprattutto durante i miei anni di giovane sacerdote, quando ho potuto avvicinare parecchi giovani e adulti grazie anche a questo sport. E poi, il calcio mi ha regalato tanto, ma tanto divertimento!!