martedì 1 agosto 2017

¿Cómo amaneces?

“¿Cómo amaneces?”. Es una pregunta común y corriente, amable. Esta mañana, al salir del convento, varias personas me lo han preguntado. A diferencia de los demás días, percibí que esa expresión contenía como un trasfondo, es decir ¿cómo me sentía luego de la jornada electoral de ayer, tan importante y tan fuerte para mi Venezuela? Confieso que salir a caminar me gusta. Quien me conoce lo sabe bien. Lo hago por deporte, por salud, para sumergirme en la naturaleza, solo, y meditar. Lo hago a veces, como esta mañana, cuando siento desilusión, enojo, impotencia frente a situaciones determinadas, perplejidad, tristeza. Me ayuda a estar mejor. Confío en que el cansancio del cuerpo me ayude a descansar el alma y relajar la mente. Aunque no siempre lo logro.

¿Cómo amanecí, pues? Perplejo frente a los acontecimientos del día domingo. Con preguntas, la gran parte retóricas, cuya respuesta ya conozco.

La Biblia, cuando narra de la victoria de David sobre su hijo Absalón, matado sin piedad en batalla, dice que el rey lloró inconsolable la muerte de este último, y que el ejército entró en Jerusalén en silencio, como después de una derrota. No me gustó la danza macabra de victoria del oficialismo, frente a una jornada con varios muertos. Hubiera sido más digna la consigna del silencio frente a hijos de la patria que pagaron con la vida la confrontación política. Y si hubiera coherencia en la actuación del gobierno, deberían pretender la renuncia de los gobernadores donde se registraron muertes, por incapacidad a llevar para adelante un proceso electivo pacífico, así como se ha hecho con otros gobernadores y alcaldes, en otras ocasiones. Pero, ecuanimidad y justicia ¿siguen siendo palabras con un contenido, o puro sonido hueco?

En cuanto a los resultados, dudo sobre la veracidad de los números. Como escribe alguien, la matemática es infalible, pero los números se pueden manipular. Hay testimonios fidedignos de personas fallecidas desde años que siguen votando. ¿Será que estamos frente a un poder divino capaz de resucitar muertos? Bueno, quiero aceptar que se nos dijo la verdad acerca de los resultados. Traducido en porcentaje, fueron a votar el 41-42%, y no se me diga que todos lo hicieron de manera libre y sin ninguna coacción, porque sería justificar la propia conciencia con una mentira nota a todos. Me pregunto ¿es una verdadera victoria saber que el 58-59% no fue a votar? ¿Dónde está la mayoría? En un cualquier país democrático la votación sería nula.

Mis amigos y hermanos del oficialismo saben que siempre he defendido el derecho a votar y con plena libertad, también en las elecciones de ayer. Me hubiera gustado que igual derecho fuera reconocido, así como lo hace la Constitución vigente, al Referendo Revocatorio, para el cual se pusieron un montón de trabas de parte del CNE. Organismo que no se cansó de decir que no es fácil organizar una jornada electoral, justificando el retardo de más de un año acerca de la elección de alcaldes y gobernadores, además de los alargues injustificados en cuanto al Revocatorio, y que, por lo contrario, en un mes logró organizar las elecciones para la ANC. Me agradaría que como se sintieron defendidos por mí, mis amigos del partido oficialista, en su libertad a ejercer el voto, sepan defender el derecho a la libertad de voto de los que no fueron a votar, sobre todo los empleados públicos. ¿Tendrán las agallas para protestar duramente cuando se pretenda botar del trabajo a quien no fue a votar, acampando absurdas “fallas profesionales”, inventadas por el fulano politólogo del momento y cuya única verdadera finalidad es la represalia y el amedrentamiento? Y les ruego no caer en la hipocresía de decir que esto no aconteció ni acontecerá, o que esas medidas son correctas, porque todos sabemos que no es así.

Por ende, no confío en una clase dirigente que no cumple con la palabra dada. Esto no significa que soy de la oposición. Trato sólo ser crítico y en consonancia con la visión de la Iglesia sobre los acontecimientos políticos del país. En octubre se firmaron acuerdos entre la oposición y el oficialismo, en una mesa de diálogo requerida por el presidente. Fueron cuatro los puntos concordados: (1) devolver sus competencias a la Asamblea Nacional, elegida por el pueblo con una mayoría abrumadora; (2) poner fechas para las elecciones de gobernadores y alcaldes; (3) liberar a los presos políticos; (4) permitir la apertura de un canal humanitario para el ingreso de alimentos y medicinas. ¿Cuál de estos puntos se acató? ¡Ni uno! Ahora, no respetar una palabra dada es sinónimo de falsedad y mentira. A menos que no se quiera reescribir el diccionario de la lengua española en base a conveniencias “revolucionarias”, donde el presidente actúa de lingüista y el gobierno asuma el rol de la Real Academia, porque nada hay imposible. ¿Les recuerda algo o Alguien? La mentira es contraria al Reino de Dios…

Mons. Romero, obispo mártir del Salvador, héroe de todos los que luchan a favor del pueblo pobre y humilde, decía: “La verdad físicamente puede ser muy débil, como el pequeño David; pero por más grande, por más armada que se ponga la mentira, no es más que un fantástico Goliat, que caerá por tierra bajo la pedrada de la verdad”. A él lo mataron los escuadrones de la muerte, conjunto de militares y civiles armados a servicio del poder y no del pueblo…

Entonces, como escribía arriba, esta mañana salí a caminar. Decidí subir a Mupate (los de Pueblo Llano saben a qué me refiero). A veces me ayuda mirar las cosas de otra perspectiva, de las alturas. Hoy la neblina me tapaba la vista, y sólo de vez en cuando lograba vislumbrar el pueblo. Seguí subiendo, esperando que más arriba fuera despejado, pero no. De todas formas, sé que hay que aprender a salir y subir física, moral y espiritualmente. Porque soy consciente y quiero confiar en que, así como reza un proverbio oriental, “hay mil espléndidos soles, más allá de las nubes”.

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