No es fácil resumir o poner por escrito los días pasados en este lugar de Rivotorto y las excursiones a Asís y otros lugares franciscanos, los cuales, de manera inmediata y plástica, te hablan de los sucesos de Francisco, situándote en un contexto geográfico espiritual, más que físico.
El Curso se ha articulado en tres semanas bastante intensas (la próxima será en Padua, al encuentro con una manera concreta de ser franciscano, confrontándonos con la figura de S. Antonio), con horarios de ponencias y reflexiones exigentes (3 horas en la mañana y 3 en la tarde), de lunes a viernes. He aprovechado del descanso después del almuerzo para caminar en los alrededores del convento, casi siempre hacia la iglesia-conventoo de S. Damián, por carreteras entre los campos, acompañado por el olor de la tierra, rodeado de encinas y abetes, olivares y viñedos, mirando como los higos maduros de las numerosas higueras están dando puesto a uvas y aceitunas. Los sábados y domingos eran dedicados a excursiones y paseos a los lugares franciscanos.
En la primera semana, introducida el día antes con la entrega de la Regla y el Testamento en el sugestivo tugurio de Rivotorto, nos ha acompañado fray Bernardino Hospital, el cual nos ha cuestionado sobre el seguimiento de Cristo, a la escuela de Francisco, teniendo como punto de referencia el capítulo 22 de la Regla no Bulada. En la segunda hemos encontrado los frailes encargados de algunos servicios a la Orden, en distintos secretariados, los cuales, por supuesto, nos han hablado de su trabajo de animación. La tercera ha sido dividida entre dos relatores: fray Víctor Mora en la mañana, sobre “La Escritura en S. Francisco y en la tradición franciscana”; y fray Miguel Ángel López en la tarde, sobre “Franciscanismo y Conventualidad en América Latina”, ambos muy interesantes, aunque con estilos diferentes. Recibimos contenidos y estímulos en demasía; a nosotros la tarea de transformarlos en vida vivida y frutos de conversión.