¡El Señor les bendiga y dé la paz!
Tengo un poco de tiempo sin escribir ni dar noticias mías. He tenido problemas para conectarme, que siguen aún aquí en Asís. El hotel que hospeda a unos cuantos capitulares tiene conexión disponible, pero se paga, y en el cambio es bastante dinero. Por lo tanto, hay que desplazarse al Sacro Convento para tener acceso al correo electrónico y mandar escritos…
¿Cómo y dónde he vivido los días anteriores al inicio del Capítulo general? Estuve una semana con mis padres en la casa de mi hermana en Sasso Marconi, cerca de Bolonia. Luego me fui a Roma para la asamblea anual de la Falc, en preparación al Capítulo. Desde sábado 19, me encuentro en Asís, junto a unos 130 frailes más, entre capitulares (99) y los que prestan un servicio (secretaría, traductores, intérpretes). Sin contar a los frailes del Sacro Convento, los novicios y teólogos. ¡Un ejército!
Roma (15-18 de enero) – Días de trabajos, pero en una atmósfera de fraternidad muy hermosa. Cada vez que nos reunimos los frailes responsables de América Latina, es siempre así. Me gusta esto. Tal vez, no logramos solucionar todos los problemas; sin embargo, la sensación es de hallarse en medio de hermanos que comparten y se apoyan mutuamente. Es bello, luego, reencontrar hermanos, italianos y latinos, compartir abrazos, sonrisas, recuerdos, experiencias… Por supuesto, dialogué con fray Jesús Aléxer y fray José Alberto, me encantó encontrarlos contentos por la experiencia romana y entregados a sus estudios. Una noche fui a cenar a casa de un matrimonio joven, Alessandra y Sante, que conocí adolescentes en Gravina. Me emocionó verlos crecidos, y no sólo en edad; me conmovió su acogida y el querer que me tienen. La última noche en Roma me regaló un muy lindo compartir con mis sobrinos. Ellos también son ya jóvenes adultos. Comimos juntos una pizza y luego mi sobrina me propuso un paseo nocturno de S. Giovanni in Laterano al Colosseo, envueltos en la magia de las noches romanas, únicas e inolvidables.
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